Solo Cuba y Puerto Rico, además de Filipinas, quedaron sujetas a la metrópoli, situación que duraría hasta 1898.
Muchos de los que no salieron al exilio fueron encarcelados, desterrados o perdieron sus cargos (como el Empecinado).
Tras las segundas elecciones, que tuvieron lugar en marzo de 1822, las nuevas Cortes, presididas por Riego, estaban claramente dominadas por los exaltados.
El sistema electoral, aunque introducía por primera vez la elección directa, seguía siendo favorable a los más ricos (un sufragio censitario solo ligeramente ampliado: 257 908 electores, un 2,2 % de la población).
Las elecciones dieron el triunfo a la facción progresista de Salustiano Olózaga, muy crítica con Espartero, y este las impugnó.
Sin embargo la sustitución del gobierno no fue fácil, dado que los partidos tradicionales estaban inmersos en graves disensiones internas.
La reina, negándose a convocar elecciones como se le pedía desde la oposición, fue formando sucesivos gobiernos moderados bajo presidencia del marqués de Miraflores, Lorenzo Arrazola y Alejandro Mon, hasta que finalmente se volvió a llamar al principal espadón del moderantismo, Narváez (septiembre de 1864).
La Reina, que estaba veraneando en San Sebastián, cruzó la frontera francesa y desde el exilio mantendrá su pretensión de derecho al trono, sin abdicar en su hijo Alfonso hasta dos años más tarde.
A falta de rey, Serrano se convirtió en regente, mientras Prim formó los primeros gobiernos, con Sagasta y Ruiz Zorrilla en los principales ministerios.
Los valores españoles subieron en París, se volvía a atraer capitales extranjeros y el ferrocarril experimentó un nuevo impulso.
Ruiz Zorrilla se empeñó en abolir la esclavitud, para lo que el apoyo del rey, cuya opinión antiesclavista era notoria, no fue determinante, dada su situación institucional.
[41] En medio de una grave situación financiera, se enfrentó a los problemas políticos al tiempo que se dedicó con firmeza a intentar sofocar los tres frentes bélicos abiertos: la sublevación cantonal aún fuerte en Cartagena, la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba.
Un decidido esfuerzo militar, dirigido por Martínez Campos, acabó con la resistencia carlista, lo que se aprovechó para abolir el sistema foral de las tres provincias vascas (1876).
La supervivencia de los fueros navarros se vio cuestionada más tarde, en 1893, pero una movilización popular frenó tales pretensiones (gamazada).
En el País Vasco se produjo una industrialización basada en la minería del hierro, exportado a Inglaterra por la ría de Bilbao.
El mismo movimiento obrero se orientaba a la educación popular (los ateneos libertarios, las escuelas modernas anarquistas y las casas del pueblo socialistas).
Los disturbios tuvieron un fuerte componente anticlerical, promovido por el dirigente radical Alejandro Lerroux (jóvenes bárbaros), con quema de conventos e iglesias.
El gobierno conservador de Eduardo Dato contestó con la represión, enviando a prisión o al exilio a los dirigentes de las protestas (los socialistas Francisco Largo Caballero, Julián Besteiro, Indalecio Prieto, Andrés Saborit y Daniel Anguiano o el republicano Marcelino Domingo —todos ellos con gran futuro político—).
Se instauró un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora formado por republicanos de distintas ideologías, incluyendo a socialistas.
También contribuyó a incrementar las discrepancias que hicieron inoperante la Segunda República española en el exilio, cada vez con menor apoyo entre los gobiernos extranjeros.
El nacionalcatolicismo pasó a ser la ideología dominante, con una presencia abrumadora de la Iglesia Católica en todos los ámbitos públicos y privados.
En pocos meses queda clara la pérdida de confianza del rey en Arias Navarro, hasta que obtiene su dimisión.
Firmado por el PNV, EA, Herri Batasuna e IU-Ezquer Batúa —el pacto es un plan secesionista que se comprometía a dialogar sobre algunos postulados etarras—.
Para sustituirle como candidato se barajaban tres nombres: Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy, quien fue finalmente elegido por el propio presidente.
Los atentados conmocionaron al país y produjeron la confusión del propio gobierno, que en un primer momento los atribuyó a ETA.
La única que consiguió una reacción política positiva fue la movilización contra los desahucios, centrada en la reivindicación de la dación en pago para las hipotecas.
[104] Las elecciones autonómicas vascas (21 de octubre) hicieron recuperar el poder al PNV (Íñigo Urkullu), con un programa más moderado, mientras que Bildu se situó como segunda fuerza política.
La decisión la habría tomado cinco meses antes (coincidiendo con su 76 cumpleaños, durante la celebración de la Pascua militar, se evidenciaron sus dificultades para pronunciar un discurso) y fue comunicada al presidente del gobierno en un momento intermedio.
La Policía y la Guardia Civil intervinieron en algunos colegios para cumplir el mandato judicial de impedir la votación.
El Senado respalda la petición del 155 por mayoría absoluta; Unidos Podemos, ERC, PNV y PDECat votan en contra.