Organización Corporativa Nacional

Su principal impulsor fue el ministro de Trabajo del Directorio civil Eduardo Aunós que pretendía que la OCN fuera una alternativa tanto al liberalismo como al socialismo.

Sin embargo, el sueño de Aunós de construir un Estado corporativo pleno, donde las corporaciones del trabajo acabasen transformándose en el máximo órgano legislativo del país, no fue asumido plenamente por el régimen".

[4]​ El principal impulsor del proyecto corporativista, Eduardo Aunós, antiguo miembro de la Lliga Regionalista y defensor del catolicismo social,[5]​ conocía las teorías corporativistas del fascismo italiano de primera mano, pero, según Eduardo González Calleja, "la filosofía que impregnaba" su proyecto "era harto diferente".

[6]​ Según Ángeles Barrio, el objetivo último de la organización corporativa era garantizar la paz social mediante una política de intervención en el mundo del trabajo (lo que denomina como "corporativismo social").

Lo formaban cinco representantes de los obreros, elegidos por las asociaciones legales, por lo que los obreros no asociados carecían de representación, y cinco de los patronos, más un presidente y un vicepresidente nombrados por el gobernador civil entre personas ajenas al sector profesional en cuestión.

[13]​ Según la historiadora Ángeles Barrio, "el plan que Primo de Rivera proponía a la UGT era ventajoso para el desarrollo y ensanchamiento de sus bases sindicales y para su representatividad en el ámbito de las relaciones laborales, que venía disputándosela con la CNT desde los primeros años del siglo".

[15]​ En la OCN el sindicato socialista ocupó alrededor del 60% de la representación obrera en los Comités Paritarios y un porcentaje aún mayor en los dos escalones superiores.

Así fue como la OCN perdió "definitivamente el apoyo de las clases conservadoras, que vieron en el paternalismo primorriverista una amenaza directa a sus intereses", afirma Eduardo González Calleja.