[8] Aunque las dos grandes organizaciones obreras españolas, CNT y PSOE-UGT no se incorporaron al movimiento comunista, la Revolución de Octubre «actuó en España como un imparable mito movilizador que conmocionó durante años al obrerismo, arrastró a sus dirigentes y encandiló a las masas que intentaban encuadrar».
[14][13] Así fue como el conflicto obrero catalán degeneró en una "guerra social" que tuvo por escenario principal Barcelona.
[23] Alfonso XIII estaba convencido, y no era el único en aquel momento en Europa, de que el sistema parlamentario se encontraba en decadencia y no era lo suficientemente fuerte para hacer frente a las fuerzas revolucionarias impulsadas por la «idea soviética»—, lo que le llevó a una crítica generalizada de las instituciones liberales en España —partidos, gobierno y Cortes—, como se pudo comprobar en el discurso de Córdoba.
[22] «La ofensiva inesperada de los indígenas [encabezados por Abd el-Krim] concluyó en una desbandada general del Ejército español en dirección a Melilla.
El derrumbamiento del frente tuvo como consecuencia la pérdida en tan sólo unos días de lo conseguido con graves dificultades durante años.
En la práctica, esto significó no tener reparos en fingir la fuga de detenidos para asesinarlos a sangre fría», ha explicado Alejandro Quiroga.
Al gobierno también le llegaron noticias de que el rey Alfonso XIII simpatizaba con estas protestas.
[93][94][92] En este ambiente surgió en Madrid un núcleo conspirativo formado por cuatro generales, por lo que recibió el nombre del Cuadrilátero.
Se trataba de los generales José Cavalcanti, Federico Berenguer, Leopoldo Saro Marín y Antonio Dabán Vallejo.
Si esa opción se veía rechazada por los españoles, podría abdicar en su hijo y preservar el trono».
[104] El historiador Shlomo Ben-Ami añade otro factor para que Aguilera quedara descartado: «La fría relación que se decía existía entre el rey y Aguilera no consolidaba precisamente la posición del general como dirigente potencial del futuro golpe».
Los congregados advirtieron al gobierno que «el ejército no toleraría por más tiempo ser un juguete en manos de políticos oportunistas».
"La absolución de Barroso me hizo comprender las dimensiones del horrible abismo al que había sido arrojada España".
[117][118] Según Javier Moreno Luzón, el general Cavalcanti le había comunicado al rey a finales de agosto o a principios de septiembre que «se imponía dar un golpe militar y hacer una dictadura que impidiese una catástrofe en España».
El diario conservador ABC valoró la crisis de gobierno como un «espectáculo deprimente» que reflejaba la «desorientación política» característica del sistema.
En cuanto llegó a Barcelona consiguió el apoyo de los generales con mando en Cataluña, como Barrera, López Ochoa y Mercader.
En la misiva le decía: «Creo que jamás un movimiento será más puro, gallardo, nacional y organizado.
Habrá tibios y cucos, pero para eso nosotros damos el pecho como lo dimos siempre a las balas.
[148] Según Roberto Villa García, «Primo de Rivera cortaba las amarras con el régimen constitucional sin haber definido rumbo y destino».
[144] Poco después envió un telegrama al general Cavalcanti a Madrid anunciándole que el movimiento estaba en marcha, con la frase: «María está de parto».
Por otro lado, la prensa no se manifestó en contra del golpe, y algunos medios lo apoyaron abiertamente incluyendo entrevistas con los generales implicados en la conspiración, «sin que nadie lo impidiera o denunciara», como señala Javier Tusell.
Milans del Bosch fue recabando la información de diversas capitanías, que, en su gran mayoría, mostraron su subordinación al rey y simpatía por el pronunciamiento».
[155][nota 2] A media mañana Alfonso XIII había mantenido una entrevista de hora y media con el jefe del Partido Conservador, José Sánchez Guerra, y se ha especulado sobre si llegó a ofrecerle la presidencia del Gobierno (lo que Sánchez Guerra habría rechazado).
[195] Sin embargo, Niceto Alcalá-Zamora escribió en sus Memorias que cuando visitó a García Prieto lo encontró resignado y deprimido.
A continuación Muñoz-Cobo le pidió permiso para declarar el estado de guerra en Madrid y en toda España, pero Alfonso XIII se resistió, por lo que aquel se puso en contacto con los generales del Cuadrilátero y los cinco acudieron a Palacio para convencerle.
«Si el país me designa a mí para presidirlo acatare su decisión cualquiera que esta sea», añadió.
[230] Alejandro Quiroga coincide con Ben-Ami: el golpe tuvo «una buena acogida entre muy diversos grupos políticos y sociales.
[231] También Javier Moreno Luzón: «escasearon los los resistentes al cuartelazo, sostenido o tolerado por sectores políticos y sociales muy diversos».
Hasta los carlistas le dieron su apoyo, porque, como manifestó el pretendiente don Jaime, representaba «un acercamiento a nuestras doctrinas» y «la expresión del espíritu netamente tradicionalista».
Un año más tarde en un discurso pronunciado en Salamanca aprobó la posibilidad del establecimiento de una dictadura provisional cuyo cometido sería «dejar paso franco a los Gobiernos que respetasen la voluntad popular».