[3] El gobierno franquista, previendo una invasión aliada desde Francia, había encargado a Rafael García-Valiño, jefe del Estado Mayor del Ejército, la defensa de la frontera franco-española, dirigida por los generales José Moscardó y Juan Yagüe, contando con unos 50 000 hombres.
Paralelamente se pretendía instalar un «gobierno provisional republicano» en territorio español, y ya no en el exilio, lo cual permitiría a los republicanos españoles participar con más peso en las negociaciones y pactos inminentes con los aliados al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Todos los componentes de la AGE consideraban la lucha en Francia contra los ocupantes alemanes y la milicia vichista como el preludio del combate para liberar España.
Una meta importante era tomar la localidad de Viella, capital del Valle de Arán, pero el coronel López Tovar también planificó dejar despejadas las posibles rutas de escape, al constatar que sus hombres estaban deficientemente armados y temer una derrota catastrófica si luchaban contra el grueso del ejército franquista.
Los que decidieron continuar fueron capturados o muertos y solo unos pocos lograron ir más allá del Ebro.
En sus inicios la operación fue un éxito, ocupando los caseríos de Bausén, Caneján, Pursingles, Pradet, Lés, Bosost, La Bordeta, Vilamós, Benós, Las Bordas, Aubert, Betlán, Vilach, Mont, Montcorbau y Vila, estableciendo en Bosost el Estado Mayor el día 20 de octubre, donde permaneció hasta la retirada.
Tampoco ocurría el esperado levantamiento popular y muy pocos hombres se unieron a los guerrilleros antifranquistas, a los cuales se les agotaba el tiempo ante la amenaza de una ofensiva franquista.
Las fuerzas franquistas establecidas en la frontera, sorprendidas en un primer momento, reaccionaron desde el 20 de octubre y con un gran despliegue militar amenazaron con rodear a los guerrilleros y eliminarlos con un ataque por la retaguardia de la 42.ª división del ejército franquista, o esperar en la otra boca del túnel de Viella a que saliesen para destruirlos.
El ataque a la capital del valle se hacía así imposible, mientras que la progresión de los franquistas amenazaba cortar las rutas de escape a Francia, cuidadosamente previstas por el coronel López Tovar.
El embajador añadía que la invasión «también le ha brindado el pretexto para arrestar y ejecutar a un formidable número de adversarios políticos».
[24] Sin embargo, el buró político del PCE, cuyos miembros se encontraban repartidos entre México y la URSS, fue consciente del desastre e hizo responsable del mismo a Jesús Monzón, además de cuestionar la estrategia política representada por la Unión Nacional Española, que por otro lado la inminente victoria de los aliados en la guerra había hecho que desapareciera su razón de ser, pues ya no era necesaria una alternativa moderada que presionara para impedir que España participara activamente en la guerra del lado de las potencias del Eje cuando su derrota estaba tan cercana.
Al mes siguiente fue disuelta su homóloga catalana promovida por el PSUC, la Aliança Nacional de Catalunya.
El propio Carrillo —quien, según el entonces miembro destacado del PCE Enrique Líster, fue quien ordenó, junto con Dolores Ibárruri, el asesinato de Trilla— escribió en 1948:[29]