La posterior dictadura de Franco investigó y condenó severamente los hechos delictivos cometidos en la zona republicana, llegando incluso a instruir una Causa General con escasas garantías procesales.
[30] Alfonso XIII nombra entonces como presidente del gobierno al general Dámaso Berenguer, pero este no consigue devolver a la monarquía la «normalidad constitucional» (este período fue conocido como «Dictablanda») y es sustituido en febrero de 1931 por el almirante Juan Bautista Aznar, quien convoca elecciones municipales para el domingo 12 de abril.
[33] Pero también existió una resistencia al reformismo republicano de signo contrario: el del revolucionarismo a ultranza, que encabezaron las organizaciones anarquistas (la CNT y la FAI).
Este formó gobierno con el objetivo de «rectificar» las reformas del primer bienio, no anularlas, para incorporar a la República a la derecha «accidentalista» (que no se proclamaba abiertamente monárquica, aunque sus simpatías estuvieran con la Monarquía, ni tampoco republicana) representada por la CEDA y el Partido Agrario, que le dieron su apoyo parlamentario.
Pero como el sistema electoral primaba a los ganadores, esto se tradujo en una holgada mayoría parlamentaria para la coalición del Frente Popular.
Otros generales significados como Luis Orgaz, Rafael Villegas, Joaquín Fanjul y Andrés Saliquet quedaron en situación de disponibles.
Además ese estudio constata que el número de víctimas mortales causadas por la violencia política fue disminuyendo en esos cinco meses.
[72] «La política y la sociedad españolas mostraban signos inequívocos de crisis, lo cual no significa necesariamente que la única salida fuera una guerra civil».
Aproximadamente un tercio del territorio español había pasado a manos rebeldes, con lo que ninguno de los dos bandos tenía absoluta supremacía sobre el otro.
[100] Desde Barcelona, también una vez sofocada la rebelión, salieron varias columnas formadas rápidamente por las organizaciones obreras y los partidos de izquierda para dirigirse a Aragón.
[113] «Quienes se quedaron en Madrid no pudieron interpretar estos hechos sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los madrileños fueron capaces de organizar su defensa».
Otra columna cruzaría el parque del Oeste para seguir por los bulevares y llegar a la plaza de Colón.
[118] Los sublevados organizaron un importante ejército, llamado División Reforzada de Madrid, que contaba con tanques italianos, baterías antitanque para contrarrestar los T-26 soviéticos y artillería pesada.
[123] «Con la ayuda rusa la República había podido responder a la amenaza que suponía la llegada de armamento desde Italia y Alemania para el bando nacional.
Una vez alcanzadas esas posiciones Franco descartó dirigirse hacia Barcelona y optó por avanzar hacia el Mediterráneo al sur de la desembocadura del Ebro, objetivo que alcanzaron el 15 de abril al llegar a Vinaroz, con lo que la zona republicana quedó dividida en dos.
[168] Al día siguiente Negrín y su gobierno, junto con los principales dirigentes comunistas, abandonaron España en avión para evitar ser apresados por los casadistas.
En cambio «la Marina de los sublevados aprovechó al máximo sus exiguos recursos y la ayuda que recibió del extranjero».
[180] Por su parte, Francia y Gran Bretaña solo participaron en alguna ocasión puntual para evitar el apresamiento de buques propios por la flota «nacional».
[213] El embajador alemán escribió poco después: «Sin duda Franco se siente aliviado por la muerte del general Mola».
[113] «Quienes se quedaron en Madrid no pudieron interpretar estos hechos sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los madrileños fueron capaces de organizar su defensa.
En este ataque a Largo Caballero contaban con el apoyo de la fracción socialista de Indalecio Prieto, que controlaba la dirección del PSOE, que como los comunistas querían eliminar del gobierno a las organizaciones sindicales, UGT y CNT, y reconstruir el Frente Popular.
En su intento de aparecer ante las potencias extranjeras con la situación interior controlada, Negrín inició gestiones infructuosas con el Vaticano para restablecer relaciones diplomáticas y abrir las iglesias al culto».
[255][261] La idea partió del gobierno francés, consciente de que, ya que no podían ayudar a la República (porque ello supondría abrir un gran conflicto interno en la sociedad francesa y además enturbiaría las relaciones con su aliado «vital», Gran Bretaña), al menos podrían impedir la ayuda a los sublevados.
Los voluntarios genuinos fueron unos mil o mil quinientos hombres, entre los que destacaron la Brigada Irlandesa del general Eoin O'Duffy, integrada por unos 500-900 efectivos[e] que habían venido a combatir a España para «librar la batalla de la cristiandad contra el comunismo» (aunque solo participaron en la batalla del Jarama y unos meses después volvieron a Irlanda), y 300-500 franceses de la organización ultraderechista Croix-de-feu (luego convertida en el Partido Social Francés) que constituyeron el batallón Jeanne d'Arc.
[291] La Alemania nazi se cobró una parte del material de guerra que suministró «en especie» (un sistema ideado por Hermann Goering) con alimentos, materias primas y minerales españoles que llegaban a Alemania a través de dos compañías creadas con tal fin (HISMA y ROWAK).
Algo parecido ocurrió con Italia, por lo que las dos potencias fascistas sustituyeron a Francia y Gran Bretaña como los primeros clientes comerciales de España.
Al igual que había ocurrido con otros sectores como la industria o la agricultura, la prensa del momento también se vio afectada por la Revolución Social.
Este conflicto devastador dejó una profunda huella en la historia del país y afectó negativamente a numerosos aspectos de su legado cultural.
Importantes instituciones culturales, como el Museo del Prado de Madrid se vieron amenazados por los combates y los bombardeos que tuvieron lugar en la ciudad.
Se formó un comité especial encargado de llevar a cabo esta tarea, conformado por expertos en conservación y representantes del gobierno.