Refugios subterráneos de Almería

[3]​ Estos refugios soportaron el principal ataque que ha sufrido la ciudad en toda su historia, el Bombardeo de Almería, en 1937.[5]​ Tan solo existe un plano original, que se supone incompleto, con el trazado de los refugios.[9]​ Existían entradas privadas a los refugios, desde domicilios particulares, como el del mismo arquitecto y especialmente los de gente adinerada; pero también desde edificios de la administración y desde diferentes iglesias.[11]​ También estaba prohibido entrar con armas, ya fueran blancas o de fuego.Una vez acabada la contienda, los refugios permanecieron abiertos por temor a la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial, siendo finalmente cerrados en 1944 dado que se convirtieron en hogar de personas sin techo.Cuando aún no habían concluido los enfrentamientos, ya se proyectó que el uso que se daría al conjunto de refugios una vez terminada la guerra sería como alcantarillado de la urbe, algo de lo que finalmente no pudo disponer la ciudad hasta los años 1970.[5]​ Tras la clausura completa de los refugios, durante el Franquismo, estos pasadizos cayeron en el olvido[13]​ hasta que fueron encontrados fortuitamente el año 2001.Así, los refugios pasaron desapercibidos para los almerienses, que durante generaciones ignoraron su existencia.Su hallazgo fue accidental, pues unas obras contiguas para la realización de un aparcamiento subterráneo en la cercana Rambla Obispo Orberá en el año 2001 se toparon con estas galerías.En la plaza Pablo Cazard se ubica la salida mediante una escalera y un ascensor.En esta sala se almacenaba comida para posibles ataques de larga duración que, afortunadamente, nunca sucedieron.Se construyeron otros muchos refugios privados -familiares o comunitarios- pero desconectados de la red principal.Se atribuye al arquitecto Guillermo Langle la propiedad de uno de estos dos refugios conectados, pero está documentado que no solo no es así sino que el propio Langle cambió su residencia a la cercana población de Pechina durante la guerra desde la cual se trasladaba a diario a la capital.[2]​ Las paredes de estos refugios están salpicadas por garabatos y grabados, realizados a mano alzada mientras el cemento seguía húmedo o mediante instrumentos punzantes una vez estaba ya seco.La mayoría son presumiblemente de niños, que escenificaban aviones, barcos y bombas cayendo desde el cielo.[cita requerida] Una vez acabada la guerra, en diciembre de 1939, el gobierno decidió sellar las entradas a los principales refugios para evitar su uso por vagabundos y ser foco de plagas o infecciones.[21]​ Si hoy entráramos en esos quioscos, encontraríamos una trampilla en el suelo, originalmente de madera, que cubre el acceso mediante escaleras a los refugios.El recorrido está adaptado para personas que usen silla de ruedas.[28]​ En este recorrido se pueden contemplar además un refugio particular, el quirófano, el almacén despensa y las interconexiones con otros túneles.
Escalera ascendente desde los refugios antiaéreos.
Vista del interior de las galerías.
Vista del quirófano.
Pintada en la pared de los refugios.
Pintada en la pared de los refugios.
Placa conmemorativa de la inauguración.