Emilio Mola

Su figura ha pasado a la historia por haber sido el minucioso planificador del fallido golpe de Estado que daría lugar a la contienda civil, pero quizás más por sus famosas directrices secretas, en las que establecía los métodos de represión destinados a todos los miembros simpatizantes del Frente Popular, que luego serían aplicados hasta sus últimas consecuencias.

Si hace algún viaje a Madrid, le agradecería tuviera la bondad de verme.

Un mes después incluye también al «separatismo», que junto con el socialismo, «han de acarrear grandes males a España.

Mola pronto se unió al grupo de oficiales que planeaban un golpe para derribar a la Segunda República.

[14]​ En él se atacaría a Madrid desde las guarniciones de Valencia, Zaragoza, Burgos y Valladolid.

El plan estaba ya trazado y la fecha del 19 de julio, en su madrugada, era la convenida.

Por mediación de Raimundo García García, Garcilaso, diputado y director del Diario de Navarra, en mayo se pusieron en contacto con Mola los carlistas, con los que el militar mantuvo unas duras y tensas negociaciones.

Sobre el primer punto, los carlistas se negaban en rotundo a aceptar una dictadura militar republicana propuesta por Mola en su circular del 5 de junio y pedían que el nuevo régimen se implicara con la doctrina tradicionalista y católica del carlismo, es decir, la supresión de todos los partidos políticos y el establecimiento de un Gobierno no democrático, con Sanjurjo como presidente.

El propio Sanjurjo, navarro y de origen carlista, desde su exilio portugués intentó mediar en la negociación entre Mola y los carlistas, incluso enviándole una carta al general, el cual la rechazó, al considerarla falsa.

Este hecho conllevaría la cancelación del plan para la sublevación que se tenía previsto el día 12 de julio en Pamplona.

[15]​ Batet, convencido de que Mola no se sublevaría, informó al Gobierno.

Mola lo llamó por teléfono y comprobó que se mantendría fiel al gobierno.

Pero el golpe fracasó en su objetivo de controlar la mayor parte de España; aunque una buena parte del Ejército lo apoyó y la situación evolucionó rápidamente hacia una guerra civil, quedando delimitadas dos zonas: aquellos territorios que se mantuvieron bajo el control del Gobierno constitucional y aquellos que pasaron a estar bajo dominio de las tropas sublevadas.

A pesar del fracaso de la sublevación en Madrid, Barcelona y otros puntos, Mola siguió adelante con lo planeado.

Como ya estaba previsto en sus planes, todas las fuerzas sublevadas deberían caer sobre Madrid, por lo que las unidades dependientes de las divisiones orgánicas VI y VII se dirigieron rápidamente hacia el sur.

Las tres columnas que avanzaban a la sierra desde el norte eran la única esperanza para Mola.

La llegada de milicianos mandados por Valentín González (conocido como "El Campesino") con artillería reforzó las posiciones.

En el otoño de 1936 las fuerzas sublevadas avanzaban firmemente sobre Madrid y parecía que la capital iba realmente a caer.

Según otros autores, como Mijail Koltsov, corresponsal del diario moscovita Pravda y enviado personal de Stalin a España, fue el general José Enrique Varela quien pronunció la frase.

[22]​ Una vez detenida la campaña, las tropas sublevadas se reorganizaron y se estructuraron militarmente, quedando encuadradas en el nuevo Ejército del Norte bajo las órdenes de Mola, que extendía su autoridad militar a toda la franja cantábrica aunque tuviera su cuartel general en Pamplona.

Las luchas particularmente violentas en torno a esta localidad continuaron hasta el 4 de abril[24]​ Ante la dura e inesperada resistencia ofrecida por los vascos, Mola decidió detener las operaciones aprovechando la llegada del mal tiempo y reorganizar sus tropas; el general Von Sperrle se quejó ante esta medida.

Al grito de «¡Estamos copados!», muchos defensores se retiraron desordenadamente, como ya hubiera ocurrido en Ochandiano.

Los cazas Heinkel He 51, entretanto, disparaban en vuelo rasante a las tropas que huían del lugar.

Entretanto el mal tiempo había venido retrasando las operaciones de Mola contra Bilbao.

El motivo del viaje fue la ofensiva republicana de La Granja, la cual había alarmado a Mola, y fue por este motivo que insistió trasladarse desde Vitoria a Valladolid para así supervisar las operaciones más cerca del frente.

[31]​ Fue enterrado en el cementerio de Pamplona en 1937 y posteriormente, en 1961, sus restos fueron trasladados al monumento a los Caídos que se construyó en esta ciudad.

Acabada la guerra, durante toda la dictadura se levantaron un gran número de monumentos en su honor.

Muchas calles, avenidas y lugares públicos fueron renombrados en memoria del antiguo general y no comenzaron a recuperar sus nombres anteriores hasta que el régimen constitucional de 1978 estuvo consolidado.

[37]​ El poeta chileno y premio Nobel en 1971, Pablo Neruda, dedicó al general uno de sus más feroces poemas en su libro España en el corazón (1937), que forma parte de Tercera residencia: se titula «Mola en los infiernos».

[38]​ En 2008, fue uno de los treinta y cinco altos cargos del franquismo imputados por la Audiencia Nacional en el sumario instruido por Baltasar Garzón por los presuntos delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad que supuestamente habrían sido cometidos durante la guerra civil española y los primeros años del régimen de Franco.

«El teniente coronel Sr. Mola Vidal, jefe de los regulares de Ceuta, herido en el combate de Sebt» ( El Liberal , 5 de octubre de 1921)
Antigua Facultad de Medicina de San Carlos de Madrid donde entre el 23 y el 25 de marzo de 1931 se produjeron unos graves incidentes con motivo de las manifestaciones en favor de la amnistía en los que hubo varios heridos y dos muertos por heridas de bala —un guardia civil y un estudiante—. La izquierda hizo responsable de lo sucedido al director general de Seguridad , el general Emilio Mola.
Mapas que representan los planes esbozados por Mola para dar el golpe de Estado que derribase a la Segunda República .
Mola junto al general Franco en una aparición en Burgos el 27 de agosto de 1936, recogida por el periódico alemán Berliner Illustrierte Zeitung . Mola es el que sobresale por la derecha.
Monumento conmemorativo en Alcocero de Mola .