[11] Los límites que tendría este en el siglo XVIII, los conocemos gracias a la documentación de la época.
Así como siguieron llamando Rioja al conjunto del territorio provincial, diferenciandolo de la capital.
Así por ejemplo, diversos autores se habían venido esforzando desde siglos previos, en plasmar por escrito en variados documentos y con muy distintos objetivos la geografía de La Rioja.
Una región esta, cuyas primeras referencias documentales a su existencia se remontan al siglo XI.
Si bien este último presentaba multitud de errores, especialmente en lo que respecta a La Rioja Baja.
Hasta entonces España era un país atomizado con antiguos reinos, señoríos y legislaciones locales, entre otras figuras.
[23] Los riojanos interesados en la vida pública de esta época no admitían que su región, La Rioja, estuviera partida en trozos, ni aceptaban que en estas dos ciudades no riojanas se decidieran los asuntos de aquí.
La mencionada real sociedad riojana elaboró en 1820 un documento titulado Exposición de las razones que la Sociedad Riojana presenta al Congreso Nacional en apoyo a la solicitud para que en la Rioja se forme una Provincia separada e independiente en donde se exponían los motivos para la formación de la provincia; dice así:[25][26] "Hecha la Rioja trozos y dividida entre tres provincias diferentes, era consiguiente verse privada de los medios necesarios para su fomento y prosperidad (…) desde que las intendencias se crearon, nada se ha providenciado para el fomento de este fértil país, y ha estado abandonado á sus propias fuerzas, que como divididas también en tres trozos, no han podido tener la necesaria energía para promover su riqueza (…) los pueblos del suelo riojano injustamente segregados de su natural metrópoli, para reunirlos confusa y desacordadamente á las provincias de Burgos, Álava y Soria, son acreedores á recuperar su independencia, y formar una pequeña república, dividida por los límites que conocieron sus antiguos moradores de la tierra".
La segunda era continuista y colaboracionista con el régimen absolutista del monarca, tenía el nombre de Sociedad Patriótica Riojana.
Así pues en 1813 la regencia encarga un informe a Felipe Bauzá para realizar una distribución provincial más acorde en la que divide España en 44 provincias, aunque finalmente el consejo de estado detiene el proyecto, por entre otras razones como dice el acta original: «la insatisfacción de algunos activos provincialismos, particularmente el riojano».
[33][34] En 1820 se produce una nueva reunión en Logroño a instancias del movimiento municipalista.
En su manifiesto fechado el 25 de febrero de ese mismo año comienzan reclamando en sus propias palabras que: «Los Riojanos estén unidos en una sola familia» y continúan haciendo referencia a «Los daños gravísimos que nos ha causado una dependencia tan impolítica, como desbarrada», refiriéndose, naturalmente, a la desmembración de La Rioja entre Soria y Burgos.
[47][48] Los provincialistas riojanos habían logrado finalmente sus objetivos tras un largo periplo iniciado en el siglo XVIII.
[56] La provincia de Logroño se iba a llamar obviamente La Rioja, su nombre verdadero, y así fue solicitado por los provincialistas riojanos.
Así pues, para solucionar el problema se acordó que todas las provincias excepto unas pocas llevaran el nombre de su capital y La Rioja se quedó con la denominación de la suya, Logroño.
[57][13][58] Sin embargo el nombre de Rioja nunca se llegó a perder, sus habitantes se denominaban riojanos, no logroñeses y llamaban al territorio Rioja, aunque dicho nombre careciera de oficialidad.
Todas las demandas realizadas con anterioridad a la Transición española se vieron frustradas por el momento político vivido en la época.
Al igual que las demás cartas magnas federalistas de la época, no llegó a ponerse en práctica.
Al mismo contestan afirmativamente intelectuales e historiadores como Merino Urrutia, Alfredo Gil del Río y Luis Gato que reivindican el nombre histórico de la provincia, La Rioja.
Los políticos se mantendrán al margen en un primer momento, para después adherirse e intentar satisfacer las reclamaciones de la población riojana.
[65] Así pues, comenzaron a llegar a los dos periódicos regionales, los diarios Nueva Rioja y la Gaceta del Norte, cartas al director y artículos en los que se demandaba recuperar el nombre de La Rioja, denominación esta última que realmente nunca había dejado de utilizarse, e incluso en el año 1976 surgieron de la propia sociedad civil riojana dos asociaciones que iban a reivindicar tanto la autonomía como su nombre tradicional.
Jesús Victoriano escribió una carta al director del diario Nueva Rioja expresando ese pensamiento común, lo explicaba de la siguiente manera: «... para borrar su propia idiosincrasia [la de La Rioja] se borro oficialmente su nombre histórico y se creó un "Logroño" que solo a los logroñeses representa... ojalá sea el Rey quien, en su deseosa visita a La Rioja, nos llamara e hiciera llamarnos por nuestro propio nombre: RIOJANOS.
Nos sentiríamos tan agradecidos como los catalanes y gallegos al hablarles en su propia lengua».
También preguntaba si los riojanos poseían una personalidad diferente a los vascos, aragoneses o castellanos .
Asimismo, la práctica totalidad dijeron que La Rioja poseía una personalidad única y diferente a la de sus vecinos.
Para ello conformaron una nueva plataforma llamada "Coordinadora Pro-autonomía de La Rioja" a la cual se unieron además otras asociaciones provinciales, así como gran cantidad de personas ajenas a las dos asociaciones fundadoras.
Pretendían recoger la cantidad de 40000, un número bastante importante para la población que tenía entonces la provincia, logrando finalmente la cifra mencionada.
[18] La tramitación del cambio se fue dilatando en el tiempo, provocando repetidas quejas contra la Administración.
Ese nombre, el de La Rioja, que tantas veces se había podido leer desde la documentación medieval.