Inició estudios eclesiásticos en el seminario de Granada.
Al cumplir setenta y cinco años, presentó su renuncia, que le fue aceptada, pasando a ser arzobispo emérito de la diócesis.
Ese mismo día, se celebró por la tarde en la concatedral de Santa María de Mérida la ceremonia en la que se dio allí sepultura.
En palabras de Paul Preston en su libro El holocausto español (Odio y exterminio en la guerra civil y después), escribe que "el estudio más fiable de la persecución religiosa durante la Guerra Civil corresponde a monseñor Antonio Montero Moreno, cuyos cálculos cifran en 6.832 el número de sacerdotes o miembros de distintas órdenes asesinados o ejecutados".
Durante sus años de estancia en Roma, colaboró asiduamente en la revista de poesía «Estría», junto con José María Cabodevilla, José Luis Martín Descalzo, José María Javierre y otros sacerdotes jóvenes.