Otro barco, el Champlain, naufragó a la salida de Marsella, alcanzado por un torpedo o por una mina y quedó inservible.
[2] En los primeros meses de 1939, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, conocedor a través de sus representantes diplomáticos de la difícil situación en Francia de los refugiados españoles, decidió admitir en México a un número ilimitado si las organizaciones republicanas en el destierro se comprometían a costear el transporte y contribuir a su instalación.
[4] Todos estos buques desembarcaron varias veces con diferentes cantidades de exiliados en Veracruz hasta 1942.
Se calcula que entre 22 000 y 30 000 españoles llegaron al país.
Allí llegó una parte muy importante de la intelectualidad española que en el primer tercio del siglo había situado a España en un nivel científico, artístico y literario muy elevado: catedráticos universitarios, científicos, escritores, arquitectos, ingenieros, directores de cine, actores y actrices, periodistas, médicos, juristas, historiadores, pedagogos, militares, músicos, traductores, editores.