[1] Durante su mandato, sucedieron hechos como la concertación, la petrolización de la economía, la aplicación de la reforma política inicial para democratizar al país y la primera visita del papa Juan Pablo II.
[cita requerida] Impartió diversas clases, «Teoría general del Estado moderno».
[8] Durante su tiempo como profesor, le daría clases a su futuro sucesor en la presidencia, Miguel de la Madrid.
Esto quebró la norma no escrita de que la economía nacional se definía por su titular en turno, que debía ser un hombre avezado en las finanzas estatales y guiado por criterios mayoritariamente técnicos.
Los siguientes meses López Portillo realizó campaña bajo el lema "La solución somos todos", pero sin adversario alguno, pues el único partido verdaderamente opositor con registro, el derechista Partido Acción Nacional (PAN), no presentó candidato debido a fuertes divisiones internas.
La izquierda, por su parte, al estar proscrito el Partido Comunista Mexicano (PCM), se aglutinaba en las universidades públicas y en guerrillas urbanas o rurales y lanzó de manera simbólica a uno de sus líderes históricos, el sindicalista Valentín Campa, que obtuvo casi un millón de votos que fueron declarados no válidos.
Enseguida, pidió un emocionado perdón a los desposeídos y marginados por el fracaso del Estado en acertar a "sacarlos de su postración", lo que expresó cambiaría en su gobierno, bordando así un momento memorable dentro del devenir político contemporáneo.
[12] En lo financiero, la situación era difícil en general dado que, apenas unos días antes de entrar en funciones, se realizó una de las devaluaciones más severas que el país hubiese vivido hasta esas fechas y se obtuvo un préstamo del Fondo Monetario Internacional con el acuerdo de ejercer un presupuesto reducido y mantener bajos los salarios.
"México, país de contrastes, ha estado acostumbrado a administrar carencias y crisis.
Ahora [con] el petróleo en el otro extremo, tenemos que acostumbrarnos a administrar la abundancia",[13] fue el reto y promesa a la vez que el presidente acuñó e hizo patente a la sociedad ante la inesperada jauja, aderezando las buenas nuevas con una perla del egocentrismo que le embargaría sin remedio: "Soy la última oportunidad de la Revolución".
En el plano cultural, José López Portillo realizó esfuerzos desde su investidura para desaparecer el Instituto Nacional de Bellas Artes por considerarlo "burocratizado e incapaz".
[14] Al encontrar oposición a dicha decisión, fundó una estructura institucional que funcionaba de manera paralela al INBA llamada Fondo Nacional para las Actividades Sociales (Fonapas), mismo que contó con actividades culturales y presupuesto paralelo al del principal instituto cultural del Estado, pero bajo la dirección de Carmen Romano.
Un segundo intento de López Portillo hacia el INBA sería convertirlo en un organismo copiado del National Endowment for the Arts de los Estados Unidos, como un fondo autónomo con el control discrecional del ejecutivo.
José María Luis Mora para impulsar la investigación en historia y ciencias sociales en México.
Al conocer la noticia, López Portillo ofreció la embajada vacante a Echeverría, quien prefirió la representación de México ante la UNESCO, con sede en París, en donde permaneció hasta 1978.
En materia económica su administración se caracterizó, sobre todo en su segunda mitad, por tomar decisiones arbitrarias y financieramente ineptas que detonaron la crisis más severa en la historia de México desde la época revolucionaria, no solo repitiendo, sino aumentando los errores del periodo echeverrista.
[24] López Portillo es el cuarto mandatario mexicano en ser develado públicamente como agente de la CIA, luego de sus antecesores Luis Echeverría Álvarez, Gustavo Díaz Ordaz y Adolfo López Mateos.