Carmen Martín Gaite

Sus padres se habían conocido en Salamanca, en la que José Martín ejercía como notario.

Sus abuelos maternos eran de Orense y su madre también nació en esta provincia.

Su abuelo había sido catedrático de Geografía y su tío abuelo fue fundador del Ateneo de Orense, director y editor del periódico El Orensano.

Allí tuvo como profesores a Rafael Lapesa y Salvador Fernández Ramírez, dos futuros miembros de la Real Academia Española que marcaron su vocación literaria.

[2]​ En 1943, inició sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde tuvo como profesores a Francisco Maldonado, Antonio Tovar, Manuel García Blanco y Alonso Zamora Vicente.

También se interesó por el teatro y participó como actriz en varias obras.

Durante el verano del 1946, permaneció becada en la Universidad de Coímbra, en la que afianzó su interés por la cultura galaico-portuguesa.

[3]​ Ese mismo año, al volver de Francia se trasladó a Madrid con la intención de preparar su tesis doctoral sobre los cancioneros galaico-portugueses durante el siglo XIII, que no llegaría a concluir.

[3]​ En 1953 comenzó a colaborar con la revista literaria Revista Española, y en el mes de octubre contrajo matrimonio con el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio —hijo del destacado escritor falangista y exministro de Franco, Rafael Sánchez Mazas—, al que había conocido a su llegada a la capital, en 1950.

Este periodo italiano le llevó a contactar con la literatura contemporánea de ese país; entre sus principales influencia destacan Cesare Pavese, Italo Svevo y Natalia Ginzburg.

Carmen Martín Gaite se separaría de Sánchez Ferlosio catorce años más tarde, en 1970, para irse a vivir con su hija Marta Sánchez Martín, quien murió en 1985 a la edad de 29 años víctima del sida, enfermedad que contrajo al inyectarse heroína con agujas infectadas de este virus.

Su consolidación como novelista llegó con el Premio Nadal que obtuvo en enero de 1957 por su primera novela larga, Entre visillos, en la que desarrolla un personaje femenino singular llamado la "chica rara".

Desde su llegada a Madrid, vivió siempre en el barrio del Retiro, por donde le gustaba pasear.

Por eso matizo la realidad, y no doy toda la información de golpe.

Me gusta ir avisando al lector que tal o cual personaje va a tener interés.

Que una historia sea creíble no quiere decir que sea realista, ni hace falta que sea verosímil.» De su faceta ensayística, el profesor José Teruel[15]​ destaca El cuento de nunca acabar: «una reflexión sobre la esencia fundamentalmente narrativa de nuestro proyecto existencial y su credibilidad.

Dedicó esfuerzos también a la historia y la sociología, terrenos que conectan con el resto de su obra.

Retrato infantil de Carmen Martín Gaite.
Vista aérea de Salamanca.
Monumento a Carmen Martín Gaite (diciembre de 2000), obra de Narcisa Vicente; plaza de los Bandos , Salamanca .