Matanza de frailes en Madrid de 1834

[2]​ “Era la primera vez que la Iglesia se veía sometida a las actitudes incontroladas de sus mismos fieles.

Al mismo tiempo se extendía por los puertos del Mediterráneo diseminada por un navío militar procedente de Francia.

[6]​ Justo el día en que llegaron a Madrid las malas noticias sobre la marcha de la primera guerra carlista la epidemia se recrudeció, “muriendo los enfermos a centenares, con las circunstancias horrorosas compañeras de tal cruel plaga”, según relata Alcalá Galiano.

El primer hecho violento se produjo a las 12 del mediodía en la Puerta del Sol con el asesinato de un muchacho que por juego había arrojado tierra a la cuba de un aguador.

Según cuenta Benito Pérez Galdós en Un faccioso más y algunos frailes menos (cap.

[2]​ A esas primeras horas de la tarde ya se habían formado diversos grupos integrados también por abundantes milicianos urbanos y algunos miembros de la guardia real que se habían congregado en la Plaza Mayor, en la Puerta del Sol y en la Plaza de la Cebada profiriendo gritos contra los frailes.

En el Colegio Imperial de San Isidro murieron diecisiete jesuitas: cinco presbíteros, nueve maestros y tres hermanos.

Por último, en el de la Merced, siete mercedarios descalzos, conocidos, y otros cuatro cuyos nombres se ignoraban en la época".

[13]​ En la madrugada del día siguiente, 18 de julio, se declaró el estado de sitio y se hizo público un bando: «Madrileños: las autoridades velan por vosotros, y el que conspire contra vuestras personas, contra la salud o el sosiego público, será entregado a los tribunales y le castigarán las leyes».

[11]​ Los defensores de la primera tesis, como Stanley G. Payne, afirman que el rumor sobre los pozos envenenados que desencadenó el motín anticlerical habría sido propalado por sociedades secretas radicales -aunque no necesariamente la masonería-.

[21]​ Para Manuel Revuelta González, otro defensor de la tesis conspirativa, la forma como se desarrolló el tumulto prueba que no se trató de una casualidad espontánea sino que detrás había una cabeza organizadora, las sociedades secretas, que contaron para la ejecución del motín con el apoyo de la milicia urbana, matones y mujerzuelas.

[22]​ Frente a ellos, otros historiadores como Josep Fontana o Ana María García Rovira, han negado que existiera un complot de juntas masónicas o de las sociedades secretas, entre otras razones, porque no existe ninguna prueba que lo demuestre.

Como diría Lamennais en 1835: Allá donde el sacerdote se alía con el despotismo contra el pueblo ¿qué destino le espera?”.

(sea dicho sin rodeos) dentro del mismo Madrid se iba el cólera extendiendo, no dudaron propalar que era castigo del cielo o la cólera divina lo que amenazaba al suelo, porque ya la religión y la fe se van perdiendo suspensa estando la entrada de frailes los conventos, suspensas las canongías, y el santo oficio suspenso, con otras mil suspensiones que llegarán a su tiempo...

Una posición intermedia es la que mantiene Juan Sisinio Pérez Garzón que afirma "que no es incompatible la existencia de una trama organizativa para destruir el poder eclesiástico y derribar el gobierno, con que esta se solape y aproveche una coyuntura de exasperación popular -por el cólera- para sembrar el terror entre los frailes y servirse de una táctica de pánico para justificar el asalto a las posesiones clericales”.

La participación del pueblo en los acontecimientos de 1835 haría ver claro a los liberales progresistas lo que habían presentido ya en 1834, la necesidad de establecer una estrategia que evitara la radicalización del proceso de la Revolución y pudiera poner en duda el nuevo orden burgués que se intentaba consolidar”.

La degollación de los frailes, en San Francisco el Grande (Madrid) . Reproducción de una obra de Ramón Pulido .
La regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias se marchó al palacio de La Granja en Segovia en cuanto se dieron los primeros casos de cólera en Madrid.
Horrible matanza de los jesuitas en la iglesia de San Isidro de Madrid , litografía de Carlos Múgica para La estafeta de Palacio de Ildefonso Antonio Bermejo , t. I, Madrid, 1871-1872.
Basílica de San Francisco el Grande
Francisco Martínez de la Rosa , presidente del consejo de ministros cuando ocurrieron los hechos
Caricatura sobre la relación del carlismo con el clero de la revista satírica La Flaca , de 1870, con el trilema carlista « Dios, Patria, Rey ».