En todos los periodos anteriores, tanto en los imperios hidráulicos (Egipto, Mesopotamia, India o China antiguas), como en la Grecia y Roma esclavistas o la Europa feudal y del Antiguo Régimen, incluso en las sociedades más involucradas en las transformaciones del capitalismo comercial del moderno sistema mundial,[18] era necesario que la gran mayoría de la fuerza de trabajo produjera alimentos, quedando una exigua minoría para la vida urbana y el escaso trabajo industrial, a un nivel tecnológico artesanal, con altos costes de producción.
También tuvieron expresión política en las revoluciones de 1830 y 1848, burguesas en su calificación social, pero con un fuerte protagonismo obrero, en particular en Francia; así como el cartismo británico.
La idea de que existen ciertos derechos inherentes a los seres humanos es antigua (Cicerón o la escolástica), pero se asociaba al orden supramundano.
Bonifácio estableció una relación amistosa con Pedro, que comenzó a considerar al experimentado estadista como su mayor aliado.
En lugar de al individuo sujeto de derechos universales, concibe a las personas singulares, vinculadas en comunidades naturales: los pueblos (concepto cultural propio del romanticismo alemán -volk, pueblo, y volkgeist, espíritu del pueblo-) y las naciones (tal como la entendían los liberales franceses, la comunidad política basada en la voluntad).
En Europa Central, la rivalidad entre Austria y Prusia las neutralizó mutuamente; mientras que el ascenso del Imperio ruso benefició a ambas en los denominados repartos de Polonia.
Los aborígenes australianos, maoríes, zulúes, xhosas, patagones, mapuches, qom, tupíes, sioux, shoshoni, apaches, lapones, buriatos, chukchis, inuit y toda una constelación de pueblos indígenas cuya relación con la tierra respondía a lógicas no solo preindustriales, sino a menudo preneolíticas, fueron ignorados en cuanto habitantes y sus posibles valores despreciados como primitivos.
No obstante, su principal ampliación territorial, mediante conflictos contra México (siendo la última la invasión a este país), fueron los territorios desde Texas (independizado en 1836, incorporado en 1845) hasta California (Tratado de Guadalupe Hidalgo, 1848).
Por añadidura quedaba el inmenso interior continental, que habían explorado Meriwether Lewis y William Clark en una expedición hacia la costa del Pacífico (1804-1806).
La tensión llegó a su punto álgido con la presidencia de Abraham Lincoln, y en 1861 estalló la guerra civil, en la que se impuso el Norte.
La penetración paulatina en la India sustituyó a los poderes locales con gobernantes de facto, manteniendo el Raj Mogol una autoridad puramente nominal, hasta su derrocamiento definitivo en 1857.
En 1853 una escuadra estadounidense comandada por el comodoro Matthew Perry llegó hasta la bahía de Yedo y arrancó al Shogunato Tokugawa un tratado por el cual los japoneses se vieron forzados a abrirse al comercio internacional (Tratado de Kanagawa, 1854) que desencadenó la guerra Boshin y la posterior Restauración Meiji.
Aun así, las barreras para el comercio y la inversión a escala planetaria eran sustancialmente menores que en cualquier época anterior.
Los empresarios exitosos ya no estaban limitados por el mercado nacional a la hora de invertir y buscar ganancias.
La posibilidad de una vida adulta femenina fuera del matrimonio seguía reservándose casi exclusivamente a monjas y prostitutas.
El movimiento nacionalista italiano finalmente consiguió que los Estados Pontificios desaparecieran para formar parte de una Italia unificada (1870).
Movimientos religiosos disidentes, muchos de ellos vehículos del activismo social o de la identificación grupal, (metodismo, cuáqueros, mormones, etc.) se extendieron por la cristiandad protestante, cuya unidad nunca había sido monolítica, pero cuyas confesiones mayoritarias se habían institucionalizado como iglesias nacionales identificadas con el poder político y las clases dominantes (episcopalianismo).
Incluso entre sus propios miembros, la nula capacidad de hacer cumplir sus decisiones a los estados que no lo hicieran voluntariamente (casos del Japón en Manchuria o de Italia en Abisinia) demostró su práctica inoperancia en cuestiones graves, aunque en otros campos sí desarrolló funciones más o menos importantes (Organización Internacional del Trabajo y otras agencias).
Un conjunto de partidos conservadores, liberales y socialdemócratas (mencheviques, eseritas, etc.) liderados por Aleksandr Kérenski pretendieron construir un estado democrático que mantuviera el esfuerzo bélico junto a los aliados occidentales (Gobierno Provisional Ruso).
La economía dirigida del corporativismo fascista podía considerarse hasta cierto punto similar, y concretamente el rearme alemán proporcionaba una solución tanto al ejército de parados como a la industria pesada.
El expansionismo japonés se proyectó en China, no limitándose a las concesiones puntuales que habían caracterizado la presencia occidental, sino mediante una presencia militar masiva y conquistas territoriales, que desde Manchuria (invasión japonesa de Manchuria, 1931) se extendieron al sur por China oriental (guerras chino-japonesas, la primera en 1894-95 y la segunda en 1937-45, ya en la Era Shōwa).
La mayor parte del continente europeo estaba ocupado por el ejército alemán o por sus aliados, entre los que destacaba la Italia fascista, cuya aportación militar no fue muy significativa (batalla de los Alpes, guerra greco-italiana).
En 1900, el físico Max Planck estableció que la luz no podía desplazarse en cualquier cantidad, sino solo en «paquetes» de un tamaño pequeño, pero determinado e indivisible: los quanta.
Encontrando un valor en la incomprensión social, el malditismo de los artistas tendía hacia formas cada vez más rebuscadas y elitistas (decadentismo, simbolismo, etc.).
Los mismos antibióticos, de uso generalizado desde los años cincuenta, que parecían haber dotado a la medicina del arma definitiva contra las infecciones, demostraron ser solo un remedio temporal cuyo abuso degeneró en resistencia bacteriana.
Sin embargo, este proceso no significó que los nuevos países adquirieran una independencia real, pudiéndose hablar de un neocolonialismo; y una alineación general en dos bloques liderados cada uno por una superpotencia.
La posesión de capacidad nuclear en ambos bloques así como de vectores eficaces para alcanzar casi instantáneamente el corazón del territorio del enemigo (misil balístico, superbombardero y submarino nuclear) hacían imposible que ni siquiera el agresor pudiera sobrevivir al primer ataque, supuesta la represalia automática.
Mientras una minoría de los clérigos más tradicionalistas llegaba a amenazar con el cisma (Marcel Lefebvre), los teólogos progresistas como Hans Küng, Hélder Câmara o Leonardo Boff profundizaron la implicación del pensamiento cristiano en la realidad social desde un compromiso muy distinto al que representaba la Democracia Cristiana, situada en el centro-derecha político.
Ucrania, sobre todo tras la revolución naranja (2004-2005), se ha mantenido en un difícil equilibrio, no sin conflictos de naturaleza económica, como las denominadas guerras del gas.
Cuba estaba sometida a un riguroso aislamiento internacional y una crisis económica (Período especial), acentuado por un embargo comercial por parte de Estados Unidos que no consiguió debilitar en el interior al régimen de Fidel Castro pese a las grandes manisfestaciones que se desataron contra el gobierno en 1994, llamado Maleconazo.