El puntillismo es una técnica artística que consiste en hacer una obra mediante el uso de diminutos puntos.
Apareció por primera vez en 1884, en Francia encabezada por el pintor neoimpresionista Georges Seurat, al que le siguieron artistas como Henri-Edmond Cross y Vlaho Bukovac.
Los experimentos físicos habían probado también que la mezcla de colores los ensucia y desemboca finalmente en el negro.
A una distancia determinada esas partículas diminutas se mezclan ópticamente y el resultado tenía que producir una intensidad de colores mucho mayor que cualquier mezcla de pigmentos.
Con más conocimientos y un ojo más disciplinado, tenían que hallar todos los matices del espectro luminoso, así como un modo de iluminar u oscurecer un matiz dado en relación con los contrastes simultáneos producidos por los colores que le rodeaban.
Dicha imagen u objetivo final vista desde cerca, no es más que un conjunto de puntos con ciertas tonalidades y en ciertas posiciones, pero visto desde lejos o acierta distancia se logra un efecto visual impresionante.
Cada conjunto de puntos debe estar ubicado de forma estratégica para dar forma, volumen e iluminación, por otra parte la ubicación, el tamaño y distancia entre los puntos serán factor clave para conseguir profundidad.
Así como el ojo compone colores que no están ahí, el oído hace lo propio: relaciona los sonidos separados y los interpreta como una melodía.