Partes importantes de su ruta proyectada para cruzar África están incompletas o no funcionan debido a guerras, falta de capital financiero, obstáculos geográficos y geológicos y baja voluntad política.
Cecil Rhodes desempeñó un papel clave al asegurar los territorios del sur del continente para el Imperio británico, e imaginó una «línea roja» continua de dominios británicos de norte a sur.
Francia tenía una estrategia más o menos rival a finales de 1890 para unir oeste y este: Senegal con Yibuti.
La oposición al dominio británico en Sudáfrica se asentó tras la primera y la segunda guerra bóer, la cual terminó en 1902, pero sus dos estados no constituyeron una república unitaria hasta 1910.
Con el tiempo, estas redes se interconectaron, lo que dio lugar a que hoy exista un trazado ferroviario continuo entre Kampala, Uganda, en el lago Victoria, hasta las ciudades costeras de Mombasa, en Kenia, y Dar es Salaam, en Tanzania.
El Ferrocarril Tanzania-Zambia (Tanzania-Zambia-Railway, TAZARA) se construyó para conectar Zambia, un país sin salida al mar, y sus recursos minerales, con un puerto en el océano Índico con independencia de las conexiones portuarias en Sudáfrica, un competidor económico frecuente en los sectores mineros de Mozambique, que en aquel tiempo estaba controlado por Portugal.
El concepto de un ferrocarril desde Ciudad del Cabo hasta El Cairo no se ha abandonado.