Su motivación era la venganza contra las torturas y excesivas condenas que, a su juicio, habían sido impuestas a los terroristas anarquistas del atentado anticlerical contra la procesión del Corpus de 1896.
Aparentemente, Angiolillo tenía también intenciones de matar, al menos, a un miembro joven de la familia real española, pero fue persuadido por el revolucionario puertorriqueño Ramón Emeterio Betances para solamente atentar contra Cánovas.
[1] Según narra Josep Pla, Angiolillo pasó un tiempo en Barcelona, relacionándose con el ambiente del periódico catalanista L'Avenç, en el que se encontraba Pompeu Fabra, Casas, Cortada, entre otros.
Allí tomó un carro que le condujo al balneario de Santa Águeda.
Se presentó como Emilio Rinaldi, tenedor de libros y corresponsal del periódico italiano Il Popolo.