Antonio Cánovas del Castillo

Redactó el Manifiesto de Manzanares publicado al inicio del Bienio progresista.

Sus gobiernos estuvieron marcados, principalmente, por un mayor desarrollo del capitalismo en lo económico, la creación del Código de Comercio en lo jurídico, los conflictos con Cuba que desembocaron en la guerra de Independencia cubana, y las crecientes tensiones con anarquistas y otros colectivos obreros, siendo asesinado en 1897, durante su sexto mandato, por el anarquista Michele Angiolillo.

[1]​ Logró salir del paso con un empleo de ayudante en la misma escuela donde trabajó su padre y compaginó los estudios con su afición al periodismo (a los diecisiete años dirigía y escribía el semanario local La Joven Málaga, que editó catorce números en 1845).

[2]​ En ese mismo año, apreciando los méritos periodísticos de su sobrino, su tío Serafín Estébanez lo llamó a Madrid, a pesar de que el famoso escritor costumbrista no soportaba demasiado bien la compañía.

Es más, colaboró con varios artículos en el Compendio histórico de todas las monarquías.

Formaban parte integrante del grupo el escritor Nicomedes Pastor Díaz, el banquero José de Salamanca, los políticos y publicistas Antonio Ríos Rosas, Patricio de la Escosura y otros personajes de reputada influencia, así como muchos jóvenes que se iniciaban entonces en política, entre ellos el propio Cánovas.

El general Arsenio Martínez Campos llevaba tiempo deseando un pronunciamiento alfonsino en estrecho contacto con Antonio Cánovas del Castillo, pero no contaba con su permiso, pues Cánovas pretendía evitar la más mínima posibilidad de una guerra civil.

El problema fue el nulo juego limpio: para posibilitarlo era preciso anular al Partido Democrático por medio de precisos fraudes electorales periódicos, apoyados en el caciquismo rural; solo así sería factible y segura la alternancia en el poder, como medio de disipar tensiones, acuartelar al movedizo ejército, siempre metido en pronunciamientos, y conseguir la ansiada estabilidad política a costa del pucherazo o fraude electoral.

Para poner en marcha su modelo político —conocido popularmente como el canovismo o el sistema canovista— Cánovas se vio forzado a pactar con otras fuerzas políticas, como la derecha católica.

[12]​[13]​ El atentado de la Procesión del Corpus, cometido por anarquistas, supuso el arresto de anarquistas, socialistas y sindicalistas; ingresados en la bastilla del Montjuich y sometidos a tortura.

[16]​ Tras oír misa y poner un telegrama al ministro de Gobernación, quien le había hecho una consulta, Cánovas fue con su esposa al comedor, pero esta se entretuvo hablando con una conocida, por lo que se sentó a leer el periódico La Época en un banco del patio.

[17]​ El asesino, Michele Angiolillo, declaró solamente: «He vengado a mis hermanos de Montjuich», refiriéndose al escandaloso proceso militar sufrido por los terroristas ácratas implicados en el atentado del Corpus en Barcelona, y torturados en la cárcel.

No; el vínculo de nacionalidad que sujeta y conserva las naciones es, por su naturaleza, indisoluble».

[22]​[23]​ Partidario de la esclavitud, declaró en noviembre de 1896 en una entrevista a la prensa: "Los negros en Cuba son libres; pueden celebrar contratos, trabajar o no trabajar, y creo que la esclavitud era mucho mejor que esta libertad que sólo aprovechan para no hacer nada y crear masas de parados.

Estos salvajes no tienen más dueño que sus propios instintos, sus apetitos primitivos".

Retrato de Cánovas hacia 1869
Antonio Cánovas del Castillo , por Ricardo de Madrazo (1896, óleo sobre tela, 63 × 54 cm , Senado )
Ilustración del asesinato en un libro de Francisco Pi y Margall
Dibujo del cadáver de Cánovas del Castillo realizado por Juan Comba sobre una fotografía del conde de Aldana, publicado en las páginas de La Ilustración Española y Americana .
Mausoleo de Cánovas, por Agustín Querol [ 25 ] ​ (1906-1908), en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid