Caserío (arquitectura)
El caserío (en euskera: baserri) es una casa de trabajo normalmente diseñada para desempeñar labores agrícolas, ganaderas y forestales.El tamaño de su planta suele ser considerable, pues en ellos solían convivir todos los miembros de una familia, junto con el ganado y los pastos recolectados, que se situaban en dependencias integradas en la misma construcción.Sin embargo, el derecho foral permitía la libre disposición de los bienes (no existía el derecho de "legítima"), por lo que la herencia podía transmitirse a algún otro vástago o familiar, incluyendo a mujeres.Esto hacía que el resto de hijos varones de la familia se vieran forzados a emigrar o, en algunos casos, a trabajar para el hermano mayor, en cuyo caso no solían contraer matrimonio.Ello explica asimismo la gran emigración de dichas regiones a las colonias españolas en América.Así, alguien apellidado Garaikoetxea (lit. "Casa del alto") sería alguien descendiente de una familia de un caserío que hubiera recibido ese nombre, Garaikoetxea; el caserío estaría situado probablemente en un promontorio o algún lugar elevado.Normalmente se distribuyen en dos o tres plantas que ocupan hasta mil metros cuadrados.[1] Se cree que la actual ordenación social del caserío, donde se da una unidad de vida y trabajo, desarrollada en torno a una familia transgeneracional (abuelos, padres, hijos y miembros solteros desligados), surge hacia el siglo II con la primera gran crisis del Imperio Romano y que puede derivar de la cultura castrense de la Edad del Hierro.El mayor esplendor se dio a mediados del siglo XVI, donde ya está perfectamente conformada la edificación con sus variantes.