Estos últimos celebraron una semana después un Congreso en Saint-Imier (Suiza) donde formaron su propia Internacional.
[1] Como ha señalado Josep Termes, «el Congreso se celebró en un ambiente cargado de tensión, enfrentadas abiertamente las dos fracciones más importantes: la autoritaria [marxista] y la federalista [anarquista]».
Esto motivó que los delegados españoles y los del Jura declararan «que no tomarían parte en ninguna votación y asistirían a las sesiones para protestar en contra de la maniobra de la mayoría».
[4] El dictamen fue ratificado por el Congreso lo que provocó que algunos delegados —los cuatro delegados españoles, cinco belgas, dos holandeses, un norteamericano y dos miembros de la Federación del Jura— firmaran una declaración mostrando su disconformidad que fue leída por el delegado de la sección de La Haya.
En la declaración «se señalaba que seguirían manteniendo relaciones administrativas con el Consejo General, pero que al mismo tiempo establecerían relaciones directas con todas las Federaciones Regionales; se comprometían a mantener la autonomía de las federaciones en caso de que el Consejo General intentase dirigirlas; que decidían regirse por los estatutos aprobados en el congreso de Ginebra, sin aceptar las modificaciones posteriores».