Economía de España durante el período de autarquía

Este segundo periodo estuvo marcado por una mayor apertura comercial al exterior y un fortalecimiento del desarrollo.

Algunos autores cierran esta primera etapa a mediados de 1950 y abren un nuevo período bisagra desde entonces hasta 1959, durante el cual la producción inicia una recuperación y el aislamiento de la economía ya no es tan extremo, aunque continúen los desequilibrios económicos y el fuerte intervencionismo.

Sin embargo, los débiles resultados de este periodo no se explican adecuadamente sin tener en cuenta como elemento fundamental la política económica del gobierno, inspirada en unas aspiraciones autárquicas y un talante intervencionista extremo.

El denominado «arancel Cánovas», establecido en 1891, supuso la protección del sector cerealista y textil, gravando las importaciones de estos productos con aranceles de entre el 40 % y 46 %.

Esta tendencia no fue específicamente española, ya que el proteccionismo empezaba también a triunfar en una gran parte de Europa.

Lo peculiar del caso de España fue la intensidad con que se perseguía el ideal de autosuficiencia nacional y la relativa facilidad con que el intervencionismo encajaba en las tradiciones del Estado español.

Franco llegó a afirmar: "La experiencia de nuestra guerra tendrá que influir seriamente en todas las teorías económicas defendidas hasta hace poco como si fueran dogmas".

El desarrollo tenía que alcanzarse persiguiendo los máximos niveles de autoabastecimiento.

En el periodo posterior a la guerra civil, la economía estuvo fuertemente intervenida por el Estado: un intervencionismo propio de época de guerra pero que se prolongó hasta los años cincuenta.

La agricultura fue uno de los sectores en los que la intervención pública funcionó de forma muy completa, en el caso del trigo se realizó a través del Servicio Nacional del Trigo, este servicio en aras de alcanzar la autosuficiencia del país, fijaba las superficies de cultivo, tanto a nivel nacional, regional como local; requisaba el cereal a precios fijos, controlándose por tanto toda la producción, la comercialización y el consumo.

Los historiadores vienen a coincidir que la causa fundamental de esta crisis agraria radicó en el carácter del régimen y su vinculación a las potencias fascistas, con una política económica que buscaba la industrialización y la política de intervención en el propio sector agrícola.

El periodo de posguerra supuso un largo paréntesis en el proceso de industrialización de España, que contrasta con la situación vivida en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en la que los países intervinientes sufrieron daños más graves en sus instalaciones industriales pero de la que salieron más rápidamente, por ejemplo Alemania, recuperó su producción prebélica en cuatro años, Francia en seis, Italia en cuatro y Reino Unido en dos.

Este retraso se hizo más palpable en los sectores de la industria de consumo, donde por ejemplo la industria alimentaria no recuperó los niveles previos a la guerra hasta los años sesenta.

Sin embargo el sector de la industria pesada, tuvo un crecimiento mucho más importante gracias al apoyo estatal.

Este fracaso industrial es más llamativo teniendo en cuenta que una de las prioridades marcadas por las autoridades franquistas era lograr la industrialización del país.

La política industrial del gobierno fue fuertemente intervencionista, y en la que destacan las siguientes medidas: El intervencionismo estatal en la economía no supuso un incremento del gasto público, concentrándose este en defensa y orden público.

[13]​ A partir de los años cincuenta se practicó una política fiscal bastante restrictiva con equilibrios presupuestarios entre 1952 y 1957, en los que los ministros Joaquín Benjumea y Francisco Gómez de Llano evitaron los déficits.

[19]​ Barciela concluye que la «evolución de la economía española en los años cuarenta fue catastrófica».

[20]​ Barciela, siguiendo a Jordi Catalán (La economía española y la Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Ed.

Durante la década de los años cuarenta, los Estados Unidos y la Unión Soviética que habían sido aliados en la Segunda Guerra Mundial, alejaron rápidamente sus posiciones hasta un claro enfrentamiento.

[24]​ El fracaso del modelo autárquico llevó a un giro en la política económica.

Estas medidas mejoraron la economía pero hasta 1954 no se superó la renta por habitante de 1935.

Franco junto al dirigente nazi Heinrich Himmler , durante la visita que el dirigente alemán realizó a Madrid, en 1940. La Alemania nazi junto a la Italia fascista fueron dos de las fuentes de inspiración de la política económica autárquica española, durante los años cuarenta.
Estado de Granollers después de un bombardeo italiano en 1938 . Las infraestructuras sufrieron un grave deterioro durante la guerra civil, de un nivel parecido al experimentado por muchos de los países europeos durante la Segunda Guerra Mundial.
Cartilla de racionamiento española de 1945.
Imagen de arado en 1950 en El Saucejo , provincia de Sevilla . La agricultura española durante los años cuarenta se caracterizó por la baja productividad y la escasa tecnificación.
Moneda de cinco pesetas de 1949, con la efigie de Francisco Franco.
La visita del presidente estadounidense Dwight Eisenhower a España en 1959 es considerada el símbolo del fin del aislamiento internacional del régimen franquista. [ 22 ]