En este periodo, empezaron las primeras actividades comerciales con los pueblos del mediterráneo, los fenicios, griegos y cartagineses.
Para este proceso fue clave la apertura hacia el exterior, de donde se obtuvo tecnología, capitales y todo aquello que la economía española no podía proporcionar.
Sin embargo, esta industrialización no culminó en una primera etapa, ya que el crecimiento industrial perdió fuerza antes de haber transformado profundamente la economía del país.
En la agricultura este proceso se materializó en la puesta en cultivo de nuevas tierras y el avance tecnológico.
Algunas novedades importantes caracterizaron la época: Todos estos elementos se tradujeron en la expansión descubridora que habría de llevar a América.
En la segunda mitad del siglo XVI, Felipe II se afanó en reparar el terrible bache que sufría la Hacienda Pública.
Felipe II, llegó pronto a un arreglo con sus prestamistas, y pudo evitar al fin la declaración formal de insolvencia.
Un flamenco, Van Oudegherste, propuso al rey la creación de un banco estatal con sede en Madrid y sucursales en las principales plazas del Imperio, que pudiesen colocar sin esfuerzo las sumas precisas allí donde hiciesen falta en cada momento.
El monarca se consideraba deudor de una determinada cantidad, con sus correspondientes intereses; y el prestamista ordenaba a sus corresponsales que pusieran a disposición de los agentes españoles, en los Países Bajos, por ejemplo una cantidad equivalente en moneda del país.
Pronto los enormes gastos obligaron a buscar prestamistas extranjeros, casi siempre italianos, con lo que la plata siguió emigrando.
Fue preciso declarar una bancarrota a medias, del mismo estilo que la anteriormente mencionada de 1575.
Pero llegó un momento en que la riada de caudales americanos empezó a agotarse, y con una rapidez increíble: Nadie por entonces se explicaba las razones de este fallo, aun hoy resulta difícil determinar sus causas económicas y financieras.
Y llegó un momento en que, sin desaparecer la plata, solo quedaron los filones de explotación más difícil.
[10] Tras finalizar la guerra de sucesión española, Felipe V se enfrentó a la ruinosa situación económica y financiera del Estado, luchando contra la corrupción y estableciendo nuevos impuestos para hacer más equitativa la carga fiscal.
Se eliminaron las aduanas entre Castilla y el Reino de Aragón, con lo que desaparecía un obstáculo importante para la creación de un mercado único, también desaparecieron los controles a determinados precios, fundamentalmente el trigo (año 1765).
A esto se añade una acumulación externa de capital originada por el comercio colonial.
Otros factores de trascendencia en el retraso del proceso de industrialización en España son: La situación descrita provocó que la industrialización española se produjera con retraso respecto al proceso iniciado en Europa.
Fue en este periodo cuando se empezó a suplir la falta de capitales internos con la inversión procedente del exterior.
A partir del último cuarto del siglo XIX se registró en España una evolución decidida hacia el proteccionismo, esta fue una tendencia generalizada en casi toda la Europa en esa época, solo Inglaterra, Bélgica, Holanda y los países nórdicos se mantuvieron fieles al librecambio, los hechos y factores que explican esta tendencia son los siguientes: De todos los hechos expuestos nació una alianza de intereses entre los grupos industriales catalanes y los agricultores terratenientes cerealistas que mantenían intereses comunes proteccionistas.
Por último también existía una zona mediterránea exportadora que vendía parte de sus productos al exterior y aportaba las reservas exteriores necesarias para adquirir las importaciones que permitían el funcionamiento de las industrias más protegidas.
La situación económica se caracterizó por un hundimiento de la producción y una gran caída del consumo.
[18] Desde el inicio de los años cincuenta, los acontecimientos y los resultados mismos del proceso económico presentan ya otro cariz diferente.
[19] Se dicta un plan de estabilización que toma las medidas adecuadas para reequilibrar las grandes magnitudes.
[20] La década de los sesenta es conocida como la gran era del desarrollo económico español, las tasas de crecimiento del PIB en términos reales se situaron en una media del 7 % anual, un crecimiento económico que no se había registrado hasta entonces durante el siglo XX, y que no se volvería a repetir en el futuro.
Las principales producciones industriales se convirtieron en la fabricación de automóviles, maquinarias y la construcción naval.
Según Sampedro el desarrollo en esta época se llevó a cabo a pesar de la política gubernamental que por ella y según Juan Pablo Fussi, lo veradaderamente revolucionario que hizo el régimen de cara al desarrollo fue la política de apertura y liberalización del periodo 1959 y lo que fue la planificación indicativa falló.
Este impacto supuso el fin del período de gran expansión que se había vivido desde 1960.
La brusca elevación de precios impulsó las reivindicaciones sociales, que condujeron a fuertes subidas salariales.
Las nuevas monedas y billetes de euro entran en vigor en 2002 sustituyendo a la peseta que desaparece.
Tras haberse hecho oficial en octubre de 2008 que la economía española creció un 0.1 % en el segundo trimestre y un 0.3 % en el primer cuarto de 2008, medios informativos europeos[25] aseguraron que España sufre revés tras revés en materia económica.