Ayacuchos es el mote con el que los oponentes al general español Baldomero Espartero designaban a los militares agrupados en torno a él y que formaban una "camarilla" que tuvo una notable influencia durante su regencia (1840-1843) y con el que compartían la orientación política liberal-progresista (entre otros: José Ramón Rodil, García Camba, Isidro Alaix, Antonio Seoane[1] y Francisco Linage, su secretario militar).
De vuelta a España el grupo mantuvo las relaciones clientelares de apoyo mutuo durante la Primera Guerra Carlista en torno a Espartero, que continuarán tras asumir Espartero la regencia.
[3] Al favoritismo hacia los “ayacuchos” se sumaba el malestar del ejército por los retrasos en las pagas a los oficiales y las dificultades que tenían para promocionar y desarrollar su carrera militar.
[5] Según Juan Francisco Fuentes, “se creó así un círculo vicioso muy difícil de romper: los militares querían cobrar su sueldo, prosperar en su carrera y tener un destino acorde con su graduación.
Los gobernantes, por su parte, ya fueran civiles o militares, carecían del valor político para abordar la necesaria reforma del ejército, que exigía una reducción drástica del escalafón, pero al mantener tal estado de cosas, perpetuaban el descontento de los militares y su disposición a participar en todo tipo de aventuras políticas”.