Bando de los alcaldes de Móstoles

El ejército extranjero, a las órdenes del general Junot, penetró en la península ibérica, pero, incumpliendo su pacto de amistad y alianza, tomó algunas ciudades de la franja septentrional y adoptó una actitud invasiva, lo que condujo a muchos españoles a comprender las verdaderas intenciones del emperador francés Napoleón Bonaparte: convertir a España en un Estado satélite, despojándolo de los miembros de su Familia Real.

El valido cayó preso y el rey Carlos IV se vio obligado a abdicar en su hijo, que reinaría como Fernando VII y entraría en Madrid el 24 de aquel mes, un día después de la llegada a la capital de un ejército francés bajo el mando del Gran Duque de Berg, Joaquín Murat, que se instalaría en Madrid.

que señalan que aquel movimiento estuvo en cierto modo preparado por una conspiración en la que participaron algunos mandos militares y aristócratas —como Daoíz y Velarde, los condes de Montijo y Aranda y los duques del Infantado y de Osuna—; sin embargo, seguramente la mayor parte de los que pelearon a pie de calle lo hicieron por voluntad propia, sin seguir ningún plan premeditado, ya que desde el principio, si hubo un plan previo, este quedó superado por los acontecimientos.

El escrito decía así: Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre.

Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistandonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.

Además, dado que Villamil no había tomado posesión oficial de su cargo al no estar deshecha la primigenia Junta de Gobierno, resulta obvio por qué eludió firmar la misiva con su propia rúbrica, cargando así la responsabilidad legal a unos humildes alcaldes de pueblo.

Tampoco se conserva el bando original despachado en Navalcarnero, pero seguramente contendría un texto similar a lo referido en el testimonio del escribano de Talavera de la Reina, en 1814, según el cual el pliego indicaba “…que en la corte de Madrid las tropas españolas y el paisanaje se estaban batiendo con los franceses, y que se acudiese al socorro…”; Don Antonio Lorente, como alcalde mayor de la villa real de Navalcarnero y su regente de alcalde despacharon además varios oficios entre el día tres y el cuatro, habiendo recibido órdenes del Gobierno central, ambos tuvieron que contradecirse, comunicando que Madrid estaba en calma y no hacía falta acudir a socorrerla.

Estos bandos y proclamas no hacen sino demostrar que, efectivamente, el Gobierno central español estaba muy condicionado por el intervencionismo del general francés Murat, y pretendía contener cualquier movimiento insurreccional.

Creo que ayer recibirian vuestras señorías un oficio firmado por Don Ignacio Montalvo, rejente de esta jurisdicción, por estar yo ocupado en otras diligencias del Real Servicio; el que se dirijio por un expreso, a fin de noticiar a vuestras señorías, como por las savias disposiciones del Gobierno se había ya sosegado el alboroto ocurrido en Madrid entre el paisanaje y tropas francesas; por lo tanto repito a vuestras señorías el contenido de aquel, asegurandoles que Madrid sigue en la maior tranquilidad, y por tanto (si es que no tienen vuestras señorías órdenes en contrario por el Gobierno), sirvanse vuestras señorías suspender el movimiento de tropas y paisanaje.

El verdadero detonante que provocó la reacción en cadena que llevó al levantamiento general fue la noticia, difundida en la segunda quincena de mayo de 1808, de que en Bayona los Borbones habían abdicado a favor de Napoleón; ante el temor de que el emperador francés se hiciese con el trono español y sometiese a sus vasallos a la tiranía extranjera, se formaron con gran rapidez multitud de Juntas provinciales que se autoproclamaron Supremas y que asumieron la soberanía, organizando a toda velocidad la resistencia patriótica.

Ya en los primeros meses de la Guerra de la Independencia se popularizó la figura del Alcalde de Móstoles —en singular y no en plural, porque enseguida se difundió por todo el país el rumor de que la célebre proclama despachada en Móstoles no iba firmada por los dos alcaldes, sino por uno solo—; lo que demuestran algunas referencias en documentos institucionales y también varios escritos anónimos, firmados con ese seudónimo, que un agitador dirigió a varias autoridades para expresar soflamas patrióticas.

Así comenzó a utilizarse el mito con distintos intereses políticos.

El conde de Toreno, un político liberal de tendencia moderada o conservadora, que aún entonces se hallaba en el exilio en Francia, escribió su propia crónica sobre la guerra (Historia del levantamiento, guerra y revolución de España), que había vivido, y en ella optaba por compartir la responsabilidad del bando a Villamil y al alcalde mostoleño, lo cual se debe, a nuestro juicio, a la ideología política de este autor, que prefirió conciliar la versión liberal y la absolutista del mito; su obra se vio publicada en 1835, cuando había regresado a España y era presidente del Consejo de Ministros en la regencia de María Cristina, habiéndose iniciado reformas para consolidar la monarquía constitucional.

Aun así, la gesta no se contaba con mayor detalle ni tampoco se identificaba con nombre y apellidos al Alcalde de Móstoles, porque no fue hasta el último cuarto del siglo XIX cuando los propios mostoleños empezaron a divulgar su versión local.

que esta reunión no influyó en la redacción y difusión del Bando de Independencia, lo que debió de suceder en un entorno más discreto, en una reunión cerrada en la que participarían Villamil, Fernández de León con sus acompañantes, los alcaldes y el escribano mostoleños.

Investigaciones novedosas han ido arrojando luz en el siglo XX al asunto, pudiéndose reconstruir con rigor lo que realmente ocurrió el 2 de mayo de 1808 en Móstoles.

Aún hoy esta proclama sigue difundiéndose en crónicas y textos sobre la Historia española.

Se publicó por primera vez[cita requerida] en una obra del político liberal asturiano Álvaro Flórez Estrada, Introducción para la Historia de la revolución de España, publicada en Londres en 1810.

Se ignora la fuente que utilizó Flórez Estrada, pero sospechamos que el contenido aproximado del texto pudo habérselo referido, durante su estancia como refugiado en Sevilla y Cádiz, el propio Esteban Fernández de León, promotor y testigo del bando de los alcaldes mostoleños, o por alguna otra autoridad que lo tuvo en sus manos en los días posteriores al 2 de mayo de 1808; en cualquier caso, nadie recordaba el texto exacto de la proclama, por lo que unos u otros sólo pudieron ofrecer al liberal asturiano una síntesis escueta, pero a la vez eficaz y revolucionaria, del mensaje que difundieron los alcaldes de Móstoles.

Copia del bando de los alcaldes de Móstoles.
«El alcalde de Móstoles, episodio de la guerra de la Independencia». Dibujo de Enrique Estevan .