La expresión «Oro de Moscú» ya había sido utilizada en la década de 1930 por la prensa internacional, siendo popularizada durante la guerra civil española y los primeros años del régimen franquista en referencia al episodio histórico español.Aunque Léon Blum, como el PCF, pretendió intervenir a favor de la República, los radicales se opusieron y amenazaron con retirarle su apoyo.El gobierno nazi utilizó una empresa fantasma, la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes, como tapadera para canalizar sus suministros a Franco.No obstante, estas tres últimas naciones mantuvieron su apoyo logístico y material mientras que los agentes de compras del gobierno republicano adquirieron suministros procedentes de México y del mercado negro.Para Viñas -que evita entrar en aspectos jurídicos- la situación excepcional creada por la rebelión explicaría el cambio de actitud con respecto a la Ley Cambó por parte del gobierno, que pasó a ejercer los mecanismos necesarios para realizar una nacionalización parcial encubierta del Banco de España, guiado por la máxima «Salus patriae, suprema lex»-[19] Otros historiadores, como Sardá, Miralles o Moradiellos, coinciden con esta interpretación.Así, se constituyó también un Banco de España, con sede en Burgos, dirigido por el exsubgobernador Pan Gómez.Sr: Por su excelencia el presidente de la República, y con fecha 13 del actual, ha sido firmado el siguiente decreto reservado: La anormalidad que en el país ha producido la sublevación militar aconseja al Gobierno adoptar aquellas medidas precautorias que considere necesarias para mejor salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España, base del crédito público.El historiador británico Antony Beevor cita que existen versiones que atribuyen al agregado comercial soviético y agente del NKVD Arthur Stashevski la sugerencia a Negrín de tener una «cuenta corriente en oro» en Moscú, debido a la amenaza que pendía sobre Madrid y a la necesidad de comprar armas y materias primas.No obstante, los dos únicos consejeros representantes de los accionistas del Banco de España que no se habían pasado a los sublevados (José Álvarez Guerra y Lorenzo Martínez Fresneda), presentaron su dimisión.[51] El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser evacuada, se suicidó en su despacho.[61] El 20 de octubre, el director del NKVD en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con Negrín: Orlov le dijo que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España.El convoy puso rumbo a la URSS, y la noche del 2 de noviembre Stalin se encontró con que habían arribado a Odesa tres barcos cargados con oro —el Kursk se retrasaría unos días por avería—, concretamente con 5779 cajas de metal precioso.Se abrieron 15.571 sacos, encontrando en su interior 16 clases distintas de monedas de oro: libras esterlinas (el 70%), pesetas españolas, luises y francos franceses, marcos alemanes, francos belgas, liras italianas, escudos portugueses, rublos rusos, coronas austriacas, florines holandeses, francos suizos, pesos mexicanos, pesos argentinos, pesos chilenos y, por supuesto, una extraordinaria cantidad de dólares estadounidenses.En los meses siguientes, varios de los soviéticos implicados en el asunto del oro español tuvieron un final dramático.UU. al recibir un telegrama de Stalin donde se le ordenaba volver a la URSS.Los cuatro funcionarios españoles enviados para supervisar la operación fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938 y solo entonces se les permitió salir para lugares dispersos del extranjero: Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México, respectivamente.El 72% restante, 338,5 millones, fueron transferidos a la Banque Commerciale pour L'Europe du Nord, o Eurobank, de París, la organización financiera soviética en Francia, propiedad del Gosbank, el banco nacional de la Unión Soviética.En la zona sublevada, las ayudas alemana e italiana tampoco fueron desinteresadas y tuvieron que ser pagadas, si bien alemanes e italianos permitieron que Franco fuese satisfaciendo la deuda una vez acabada la guerra.[87] En todo caso, Negrín ni estudió ni custodió los comprobantes de las compra de material militar para asegurarse de que fuese el necesario, y no el que los consejeros soviéticos consideraban oportuno, para asegurar su correcta distribución en el frente y para asegurar su calidad y precio.Autores como Martín-Aceña u Olaya Morales critican los modelos hipotéticos de Viñas, que en su opinión carecen de pruebas que los validen al cien por cien, resultando por el momento imposible afirmar si fue así.[97] Aunque el oro y los billetes fueron en la práctica un excelente medio de financiación, supusieron en cambio un duro golpe para la moneda acuñada e impresa.Las monedas metálicas prácticamente desaparecieron y fueron sustituidas por piezas redondas de cartulina o papeles.La propaganda del bando sublevado aprovechó la situación para clamar que tal inflación había sido causada artificial y premeditadamente.[107] Ya desde otoño de 1938, el antagonismo entre socialistas y comunistas había provocado incluso enfrentamientos violentos.El Mundo Obrero del 15 de mayo del mismo año recogía una traducción del artículo, que firmaba un tal Observador: Según información recibida, el Gobierno español efectuó numerosos pagos para sus compras extranjeras y dio instrucciones para transferencias de divisas, que se ejecutaron por el Banco de la Unión Soviética.La nota no aportaba prueba alguna y contradecía afirmaciones realizadas por destacados miembros del gobierno republicano.Así por ejemplo, Negrín había afirmado a José Giral en 1938 que aún quedaban en Moscú dos tercios del oro depositado.[126] Ya en una fecha tardía como 1970, las autoridades franquistas censuraban un libro oficial, titulado El Banco de España.Pablo Martín-Aceña, Francisco Olaya Morales y Ángel Viñas han sido los tres investigadores españoles más destacados sobre el tema, siendo este último el primero en acceder a la documentación del Banco de España.[135] Más tarde, la Causa General retomaría los mismos argumentos inculpatorios para justificar las posiciones del bando victorioso:
Vista de la
estación de Atocha
de Madrid, todavía conocida como
del Mediodía
en la época de la guerra civil.
Moneda de oro estadounidense de cinco dólares: Media Águila de 1914. Las reservas de oro del Banco de España se encontraban fundamentalmente en forma de monedas, entre las que las estadounidenses eran muy abundantes.
Billete de 1 peseta emitido por el Consejo Municipal de Reus en el verano de 1937.