Buen organizador y capaz de imponer la disciplina era «el tipo de militar que deseaba Prieto para culminar la reorganización del Ejército republicano» para que se pareciera lo máximo posible a un Ejército regular.
[6] Es en estos primeros meses de 1938 cuando elementos quintacolumnistas realizan el primer acercamiento a Casado, según declaró el falangista infiltrado en la CNT Antonio Bouthelier al terminar la guerra.
[7] Tras el nuevo fracaso republicano de la batalla del Ebro en noviembre de 1938 y la posterior caída de Cataluña, el coronel Casado se reafirmó en la idea de que "entre militares llegaremos a entendernos" e inició los contactos con la quinta columna franquista en Madrid para negociar la rendición republicana, aunque era plenamente consciente de que para alcanzar ese objetivo previamente tenía que desalojar del poder a Negrín y a los comunistas que seguían apostando por el "resistir es vencer".
Casado aseguró al teniente coronel Luis Barceló que la ofensiva apenas encerraba dificultades, pero en realidad las tropas franquistas estaban avisadas y las fuerzas usadas por Casado eran de apenas 25 000 hombres cuando el Cuerpo del Ejército Centro-Sur contaba con diez veces esa suma.
Por su parte, el Gobierno de Negrín, que estaba reunido en la finca El Poblet (cuyo nombre en clave era Posición Yuste) en la localidad alicantina de Petrel desde el 25 de febrero, decidió escapar a Francia por temor a ser apresado por las fuerzas «casadistas».
Uno de los oficiales que había encabezado la resistencia comunista, el coronel Barceló, fue fusilado.
Posteriormente, a fines de 1939 estuvo exiliado en Gran Bretaña sin poder reunirse con su familia.
Intentó que se le reconociera su grado militar previo a la Guerra Civil y que se le permitiera el reingreso en el Ejército, sin fortuna.
Falleció de un ataque cardíaco en un hospital madrileño, mereciendo tan solo una escueta nota en la prensa española.