Proclamación de la Segunda República española

Gregorio Marañón no pudo asistir, pero envió una «entusiástica carta de adhesión».

Para dirigir la acción se formó un comité revolucionario integrado por Niceto Alcalá-Zamora, Miguel Maura, Alejandro Lerroux, Diego Martínez Barrio, Manuel Azaña, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz, Santiago Casares Quiroga y Luis Nicolau d'Olwer, por los republicanos, e Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero, por los socialistas.

En realidad sólo la primorriverista Unión Monárquica Nacional defendió la necesidad de salir a la calle para movilizar a los partidarios de la monarquía y en su periódico La Nación abundaron los eslóganes para alentar el voto monárquico con el argumento de que había que impedir la supuesta catástrofe que se avecinaba si ganaban las candidaturas republicanas: «¡Españoles!

Si no queréis que España se hunda en el caos soviético, votad por la Monarquía».

En la capital, los monárquicos no lograron ganar en ninguno de los distritos, incluidos los barrios acomodados, lo que constituyó una gran sorpresa.

El historiador Carmelo Romero Salvador concluye: «Si algo les quedó claro a todos los ministros aquella misma tarde del 12 de abril en Gobernación fue que, para mantener la monarquía, no podían contar con la Guardia Civil».

El gobierno, «absolutamente desconcertado ante los resultados», se reunió por la tarde con carácter de urgencia, y en seguida «afloraron las profundas diferencias existentes sobre cómo afrontar la situación».

[30]​ Alfonso XIII, que «se mostraba relativamente tranquilo»,[31]​ le ofreció el gobierno a los líderes monárquicos «constitucionalistas», pero todos ellos lo rechazaron, porque ya era demasiado tarde.

"No le queda a usted, Señor —le he dicho—, sino acatar la voluntad del país y obedecerla ciegamente"».

Melquíades Álvarez se mostró todavía más categórico: «He dicho que el rey debe obedecer la voluntad nacional.

Eso es una sutileza jurídica para hacer un Gobierno de treinta días que vivirá entre disturbios, provocados con razón.

Por su parte Ángel Ossorio y Gallardo ni siquiera consideraba viable el recurso a la abdicación en favor del príncipe de Asturias Alfonso de Borbón y Battenberg: «No se engañe nadie.

[32]​ Al mismo tiempo, Alfonso XIII encargó una misión específica al ministro Gabriel Maura: que intentara contactar con su hermano Miguel Maura, que era miembro del «comité revolucionario» republicano-socialista, para conocer cuáles eran las pretensiones exactas de los republicanos.

Este hecho suponía una profunda transformación de la distribución del poder, ya que por primera vez accedieron a él las clases medias y los trabajadores.

A continuación, la Junta Provisional Republicana y los concejales electos encabezados por Sigfrido Blasco-Ibánez se dirigieron hacia el ayuntamiento para tomar posesión del gobierno de la ciudad.

Después se formó una manifestación encabezada por la Junta Provisional Republicana que se dirigió, primero, a la sede del Gobierno Civil y, después, a la Capitanía General, para pedir que fuera izada la bandera republicana en los dos edificios, a lo que tanto el gobernador civil, Luis Amado, como el capitán general, Eladio Pin Ruano, se negaron, mientras no recibieran órdenes de Madrid.

Que la seua defensa i consolidació siguen també exemplars” (“La República ha sido implantada por la vía legal, dando al mundo un ejemplo único en la Historia.

La respuesta del nuevo alcalde Marco Miranda fue: “València correspon salutació Catalunya admirable en un abras de germanor, cridant visca el poble català, visca Espanya republicana” (“Valencia corresponde saludo Cataluña admirable con un abrazo de hermandad, gritando viva el pueblo catalán, viva España republicana”).

Nada más entrar en la casa el general Sanjurjo se cuadra ante Maura y le dice: «A las órdenes de usted señor ministro».

Inmediatamente avisan a Manuel Azaña y a Alejandro Lerroux, que se hallaban escondidos en Madrid desde hacía meses, para que acudan a casa de Maura (los cuatro miembros del "comité" que se hallaban en Francia, Diego Martínez Barrio, Indalecio Prieto, Marcelino Domingo y Nicolau d'Olwer, iniciarán enseguida su vuelta).

Ya no hablé más; la batalla estaba irremisiblemente perdida», escribió Romanones poco después.

[46]​ La reunión del Gobierno presidido por el rey tuvo lugar por la tarde y fue de puro trámite.

Pocas horas después la reina y el resto de la familia real abandonaron Madrid en tren en dirección a la frontera con Francia.

Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten.

Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil.

Se refiere al que dice «Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten.

Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil».

Esto no solo lo sabía el rey, también lógicamente, los propios mandos del ejército y de la Guardia Civil.

[52]​ Alfonso XIII abandonó el país sin abdicar formalmente y se trasladó desde Marsella a París donde declaró: «La República es una tormenta que pasará rápidamente».

Cuando se conoció en Madrid que el rey había abandonado la capital comenzó a cantarse por las calles y plazas la siguiente coplilla:[54]​

Portada del Heraldo de Madrid del 13 de abril de 1931.
Fachada del Ayuntamiento de Éibar con la bandera republicana durante la conmemoración en 2008 del 77 aniversario de la proclamación de la República.
Proclamación de la República en Barcelona.
15 de abril de 1931, proclamación de la república en el Faro de Vigo .
Billete de 50 pesetas con la efigie del rey Alfonso XIII sobre la cual se ha estampado un sello de la República Española.