Rebelión de Boné

[1]​ Conforme avanzaban los días, la población alicantina notó las penurias del conflicto al ver sus casas destruidas, enormes gastos o hambruna.

[1]​ El comandante Boné se vio obligado a gestionar en pocos días una importante estrategia en tropas, dinero, alimentos y armas.

[1]​ El capitán general de Valencia, Federico Roncali, se desplazó a tierras alicantinas, donde colocó su cuartel general en Villafranqueza,[1]​ y desde el 7 de febrero sitió la ciudad alicantina por tierra y por mar con un buque que bombardeaba la ciudad.

[1]​ A Roncali, se le unió el comandante general de Murcia, Pardo, que situó su cuartel en San Vicente del Raspeig.

Asimismo, los extranjeros residentes en Alicante se refugiaron en los barcos de su nacionalidad llegados para protegerlos.

[1]​ El historiador y periodista, Nicasio Camilo Jover, al relatar la derrota de Boné, escribió en relación con los soldados gubernamentales: El pueblo presenció la entrada de las tropas silencioso y triste.

También, el Monumento a los Mártires que se encontraba dañado y decapitado tras los bombardeos de la Guerra Civil fue desmontado en 1941.

Así mismo se suprimieron todos los actos conmemorativos, cayendo el monumento y lo que representaba en el olvido.

Es en esta pedanía alicantina donde se realiza en la actualidad la procesión cívica en honor a los Mártires de la Libertad.

El Castillo de Santa Bárbara fue la base principal de Boné durante los 44 días que duró la sublevación.
Los cañones del Castillo de Santa Bárbara funcionaron con mucha frecuencia en la Rebelión de Boné.
Los interiores del Castillo de Santa Bárbara se convirtieron en asentamiento de población civil y milicias al mando de Pantaleón Boné .
En el Malecón del Puerto (ahora Explanada de España ) fueron ejecutados Boné y su tropa.