En estas condiciones fue posible aplicar el sistema ideado en Cádiz y comprobar su alcance como instrumento para la construcción de un nuevo estado liberal».
La Junta Provisional Consultiva permaneció en funciones hasta que, a principios de julio, se reunieron las primeras Cortes del Trienio.
[42] Para instruir a los ciudadanos sobre cuáles eran sus nuevos deberes y derechos se publicaron textos muy didácticos en forma de diálogos que también contenían orientaciones sobre el voto.
[75] «Ninguna de estas tendencias llegará a constituirse como un partido político moderno, aunque los prepara», ha señalado Alberto Gil Novales.
[95] Los moderados buscaron el apoyo del rey Fernando VII pero no lo obtuvieron porque este era incapaz de diferenciar unas Cortes liberales con una o con dos cámaras — parece que le dijo a un secretario del Despacho: «¡No podéis con una cámara y queréis dos!»— y porque su alternativa era volver a la monarquía absoluta.
[127][128] La división entre moderados y exaltados también se produjo en el seno de la masonería —la única sociedad secreta existente en España—[129] a la que estaban afiliados muchos políticos liberales «para poder trabajar con mayor seguridad a favor de la causa constitucional, desde la eficaz trama clandestina que constituían las logias».
[155] Como han destacado Ángel Bahamonde y Jesús A. Martínez la reforma eclesiástica llevada a cabo por los liberales «estuvo guiada más que por pautas anticlericales, presentes en algunos sectores del liberalismo exaltado, por un deseo de integración del clero en el marco constitucional... Al fin y al cabo, la Constitución por su naturaleza confesional era perfectamente compatible con la religión católica».
En mayo se produjo un motín absolutista en Zaragoza para «salvar al Rey» y a «la Patria» con motivo de la sustitución del capitán general realista por uno liberal.
«Se trataba de la primera intentona realista en la cual estaba directamente implicado el rey», afirma Ramon Arnabat.
[203] En realidad, «sus esperanzas estaban depositadas en una acción que, desde dentro o desde fuera del país, pusiera fin a aquella experiencia revolucionaria», ha afirmado Juan Francisco Fuentes.
«Sin embargo, el mensaje que aquella crisis dejó para la opinión liberal no podía ser más alarmante: Fernando VII estaba dispuesto a emplear a fondo las prerrogativas que la Constitución le otorgaba para intervenir directamente en la vida política», ha indicado Juan Francisco Fuentes.
Pero, aún así, la propuesta podría haber servido de base para una negociación amistosa que, salvando las formas y muchos intereses, diese la independencia a las Américas», comenta Alberto Gil Novales.
[283] En estos debates ya no participaron la mayoría de los diputados americanos porque habían ido abandonando las Cortes en las semanas anteriores.
«Aquí finalizaba, prácticamente, la trayectoria autonomista americana en las Cortes del Trienio», han señalado Pedro Rújula y Manuel Chust.
[322] Y en la cúspide de la pirámide contrarrevolucionaria se encontraba el rey, aunque esta «tenía una lógica político-social propia».
[204] «Marcó un punto de inflexión en el transcurso del Trienio», han subrayado Ángel Bahamonde y Jesús Martínez.
Lograron, con ello, ocultar la complicidad del rey y dejaron las cosas de forma que éste pudiera comenzar a organizar con más acierto su próxima tentativa contra el régimen constitucional».
[365][366] «Si la relación del rey con los moderados había sido difícil, la convivencia que ahora se abría con el liberalismo avanzado, todavía iba a ser más complicada».
[381] Por su parte el rey Fernando VII seguía carteándose en secreto con las cortes europeas para pedirles que vinieran a «rescatarlo».
[385] El conde de Villèle, jefe del gobierno francés que había prestado un considerable apoyo a las partidas realistas, dirá: «los realistas españoles, ni que les ayuden otros gobiernos, no podrán hacer jamás la contrarrevolución en España sin el socorro de un ejército extranjero».
[388] Según Alberto Gil Novales, «la escisión en las filas de la Comunería... contribuyó a dejar al país indefenso ante las tropas francesas».
El rey mientras tanto se entretenía volando cometas desde la azotea del Palacio de la Aduana, donde le habían alojado, y contemplando a los sitiadores con unos anteojos.
[505] Se ha discutido si volar cometas fue una mera diversión o un medio de comunicarse con el enemigo mediante señales convenidas.
[518] El día 25 había comunicado a las Cortes en una sesión secreta «la desmoralización y declarada cobardía de nuestras tropas».
[524] Ese día el rey anotó en su diario: «recobré mi libertad y volví a la plenitud de mis derechos que me había usurpado una facción».
Tras la rendición del gobierno constitucional en Cádiz, aún se libró último combate el 8 de octubre en Tramaced (Aragón).
[543] Por su parte, los jefes de las plazas y ciudades que todavía resistían se aprestaron a negociar las capitulaciones con los franceses.
[534][528] El fiscal alegó que había cometido tantos crímenes que para expresarlos, «no bastarían muchos días y volúmenes», pero fue condenado a muerte por uno solo: el «horroroso atentado cometido por este criminal como diputado de las llamadas cortes, votando la traslación del rey nuestro señor y su real familia a la plaza de Cádiz».
[452] Según Josep Fontana, Fernando VII no quiso volver a Madrid antes de que Riego hubiera sido ajusticiado.
Fue el City Commitee for the relief of the Spanish and Italian refugees que para recabar la ayuda apeló a razones patrióticas y cristianas más que a razones ideológicas como habían hecho los primeros comités promovidos por whigs y radicals.