[6] Sea como fuere, no se puede asegurar, puesto que la misma Kent (variante del apellido paterno que empleó en su vida)[5] cambió dicha fecha por la de 1897 y 1898[6][7] en documentos variados fechados desde su llegada a Madrid.
Así, sería la primera mujer en intervenir ante un tribunal de guerra logrando, además, la libertad del detenido.
[10] Sería, junto a Clara Campoamor y Margarita Nelken, una de las tres mujeres diputadas del Congreso.
Sería además vicepresidenta desde 1926 del Lyceum Club Femenino, recientemente fundado, e impulsora junto con Clara Campoamor y Matilde Huici, mujeres que compartían sus ideales feministas, del Instituto Internacional de Uniones Intelectuales.
Siendo partidaria de muchas ideas progresistas no aceptadas por la arcaica y tradicional hermandad sevillana.
Uno de los momentos más distinguidos y controvertidos en la vida y obra de Victoria será su oposición al sufragio femenino ante las Cortes españolas en 1931, cuando se enfrentaría a otra feminista, Clara Campoamor, en una batalla dialéctica y trascendental sobre una cuestión que repercutiría enormemente en los derechos de las mujeres.
El debate fue seguido por los medios de comunicación, que espolearon burlas y comentarios como: "dos mujeres solamente en la Cámara, y ni por casualidad están de acuerdo", o "¿qué ocurrirá cuando sean 50 las que actúen?".
[18] Tras su intervención Victoria perdería su popularidad, no saliendo elegida como diputada en las elecciones de 1933.
Finalmente, el debate lo ganaría Campoamor, logrando que en las siguientes elecciones, en 1933, votasen las mujeres por sufragio universal.
La derecha se presentó unida a dichos comicios, al contrario que la izquierda, y ganó.
Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal.
En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos aquí para decir: es necesario, aplazar el voto femenino.
Si aplazamos el voto femenino no se comete injusticia alguna, a mi juicio.
Si las mujeres españolas fueran todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un periodo universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino.
Y es que, además de la cuestión sobre el sufragio femenino, destacan decisivas enmiendas:
Su polémica intervención sobre el voto de la mujer y su consecuente enfrentamiento con Clara Campoamor han diluido sus aportaciones en cuestiones penitenciarias y, especialmente, como afirma María Luisa Balaguer Callejón, en lo que se refiere a la lucha por los derechos de las mujeres.
Según esta autora, la propia Clara Campoamor intenta justificar las contradicciones de Victoria Kent, pues en sus palabras parece haber más comprensión que ironía:[6]Sres.
Creo que, por su pensamiento ha debido pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France, cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos .
Mientras se dirigía hacia la frontera acompañó a muchos de los niños de los soldados que luchaban en el frente para lograr su evacuación, tras haber realizado llamamientos para que no fueran abandonados.
Además, su nombre figuraba en la lista negra (pertenecía a la organización "Mujeres Antifascistas") que la policía franquista había entregado al gobierno colaboracionista de Vichy.
Durante ese tiempo, siendo “Madame Duval”, escribiría Cuatro años en París, novela con marcados tintes autobiográficos reflejados en el protagonista, Plácido, alter ego de la autora[5].
[6] Además, recibió la Cruz de Lorena, que se entregaba a las mujeres que participaron en la Resistencia, fundó la Unión de Intelectuales Españoles junto a un grupo de exiliados entre los que se encontraba su amigo y paisano Pablo Ruiz Picasso y trabajó en una editorial.
Entre 1951 y 1957, una vez abandonado su anterior cargo por encontrarlo excesivamente burocrático, fue ministra sin cartera del Gobierno de la Segunda República Española desde el exilio, siendo la segunda mujer en ocupar este puesto desde Federica Montseny.
[6] En 2016 se publicó el libro Victoria Kent y Louise Crane en Nueva York.
Un exilio compartido,[24] a partir del cual la profesora Carmen de la Guardia analiza por primera vez en profundidad la relación intelectual y sentimental entre Kent y la filántropa Louise Crane basándose en documentación privada.
Su finalidad era mantener una oposición a los regímenes dictatoriales, por lo que los colaboradores, como R. Morodo, Tierno Galván, Ramón J. Sender, Albert Camus o el ya citado Salvador de Madariaga, firmaron con pseudónimos hasta 1966.
Se trata de un testimonio en forma de diario y narración novelada sobre los años que pasó en dicha ciudad huyendo del franquismo y la Gestapo, mediante su propia identificación con el protagonista, Plácido.