Conflicto de las selfactinas

[1]​ Paralelamente, se publicó un documento firmado por los principales dirigentes obreros —Ramón Maseras, Miquel Guilleuma, Antoni Vado, Josep Nogué y Josep Barceló— donde exponían al capitán general el fundamento de sus peticiones.

Sin embargo, el conflicto no acabó ahí, sino que se alargó, ya que los fabricantes recurrieron la prohibición ante el gobierno de Madrid y los trabajadores, consecuentemente, continuaron con la huelga.

Este fue el último suceso del conflicto de las selfactinas, durante el cual se habían reconocido oficialmente las Sociedades Obreras y su capacidad para representar a la colectividad de los trabajadores ante los empresarios, como se iría verificando los meses siguientes gracias a la firma de varios convenios colectivos.

[2]​ Durante el conflicto el liberal progresista Laureano Figuerola acusó a los obreros de querer vivir sin trabajar en un artículo publicado en El Constitucional argumentando lo siguiente: «El derecho de éstos [los trabajadores] es sin duda procurar obtener el mayor salario posible.

Le respondieron Josep Barceló, Ramón Maseras y Antonio Gual, miembros de la comisión obrera que se había reunido con el capitán general para acordar la prohibición de la selfactinas:[1]​

Sala de tejidos en la fábrica de la Colonia Sedó en Esparraguera, Cataluña
Una mula de hilar automática en una fábrica de Barcelona