[1] «Marcó un punto de inflexión en el transcurso del Trienio», han subrayado Ángel Bahamonde y Jesús Antonio Martínez.El rey lo consultó con el gobierno del liberal moderado «anillero» Francisco Martínez de la Rosa, cuyos miembros pasaron la mayor parte del tiempo en el Palacio Real como virtuales prisioneros (y había órdenes preparadas para su encarcelamiento), y este se lo desaconsejó por ser demasiado arriesgado.[10] Finalmente, la Guardia Real fue derrotada en la «Jornada del 7 de julio» por las fuerzas constitucionales encabezadas por la Milicia Nacional.La insurrección solo duró un día ya que las fuerzas constitucionalistas tomaron al asalto la Ciudadela.Llegó a rumorearse que se trataba de un plan para proclamar al rey absoluto».«A partir de ese momento la contrarrevolución contó con un núcleo rebelde en territorio español.Era una de las condiciones que había impuesto Francia para prestar su apoyo al rey.Cuando llegó la noticia a Aranjuez los cortesanos elevaron el ánimo y retomaron con nueva energía la actividad conspirativa».[23] En la noche del 1 al 2 de julio cuatro batallones de la Guardia Real, que sumaban unos 1500 hombres, abandonaron sus cuarteles para situarse en El Pardo —donde arrancaron la placa constitucional—, mientras los otros dos se quedaron custodiando el Palacio Real.A los milicianos ya movilizados se les unieron la guarnición local, comandada por el general Morillo, generales que acudieron a la sede del Ayuntamiento —Riego, Ballesteros y Palarea— y un grupo de oficiales sin destino en Madrid que ese mismo día, 1 de julio, formaron junto con paisanos el Batallón Sagrado, armado por el Ayuntamiento, y que quedó al mando del general Evaristo San Miguel.[31] El diario El Universal se preguntaba en su edición del 3 de julio en referencia a la Guardia Real sublevada:[27]La columna que se dirigía al Parque de Artillería fue dispersada por un destacamento del Batallón Sagrado.Los guardias reales se vieron obligados a retroceder hacia la Puerta del Sol, donde tuvieron lugar los combates más intensos,[40][39] y después hacia el Palacio Real, donde se refugiaron para huir.[40] Según Josep Fontana, «mientras sucedían todas estas cosas, los ministros aguantaron, callaron, disimularon.Lograron, con ello, ocultar la complicidad del rey y dejaron las cosas de forma que éste pudiera comenzar a organizar con más acierto su próxima tentativa contra el régimen constitucional».Los ministros que habían permanecido como rehenes durante seis días pudieron irse finalmente a sus casas».[46] «La victoria la ganó el pueblo, que tuvo en aquellos días, pero sobre todo el 7 de julio, una actuación heroica», ha subrayado Alberto Gil Novales.El protagonismo estuvo en la milicia, que aglutinaba en sus tres batallones desde las capas proletarizadas de la población madrileña hasta los aristócratas y banqueros del escuadrón de caballería, incluyendo capas medias como empleados y pequeños propietarios».No pudo procesar al Rey porque según la Constitución era inviolable, aunque sí creía que podía tomarle declaración, pero se propuso procesar al resto de presuntos implicados: miembros de la familia real, ministros, altos cargos de Palacio, generales,... Algunos huyeron al extranjero a pesar del indulto que el rey les concedió.«Ya no habrá más responsabilidades, excepto un par de desgraciados a los que se dará garrote».Durante la comida militar que se celebró a continuación el nuevo jefe político Juan Palarea pronunció un discurso en homenaje «a los que defendieron su libertad en la plazas y calles de esta capital».La celebración terminó por la noche en el teatro, donde se representó la obra de contenido político Coletilla en Navarra.
Vista del monte y palacio de
El Pardo
a donde se dirigieron en la madrugada del 1 al 2 de julio cuatro batallones sublevados de la Guardia Real, iniciando así el golpe.
Casa de la Panadería
, situada en el lado norte de la
Plaza Mayor de Madrid
. Desde sus balcones la corporación municipal, acompañada de heridos y de familiares de los fallecidos en la
Jornada del 7 de julio
, presidió el desfile de las fuerzas que habían vencido a la Guardia Real sublevada.