Algunas expertos consideran que Castro del Río fue fundado por el pretor de la España Ulterior, Lucio Postumio.
Tuvo en la época árabe una gran importancia con el desarrollo del regadío y porque su conquista facilitó la entrada en Córdoba cuatro años más tarde.
La historia del pueblo castreño se relaciona con personajes tan célebres y destacados como Fernando el Católico, que en junio de 1483 llegó a Castro del Río para reunirse con los cien mil soldados que le acompañaron a la conquista de Granada.
En 1240 fue conquistada por Fernando III mediante pacto, iniciándose a continuación el repartimiento de sus tierras.
Ese mismo mes Franz Borkenau dijo del pueblo que "en muchos aspectos se parece a lo introducido por los anabaptistas en 1534"[15].
En ella se conservan diferentes esculturas en madera tallada y policromada y óleos sobre lienzo, todo del mismo siglo XVIII Por tanto, podemos contar en la actualidad con los límites del casco urbano, que fueron establecidos en el momento de la "Reconquista" por Fernando III en 1.240.
Lo que ha llegado hasta nosotros es bajomedieval, si bien el trazado y algunos restos podrían ser más antiguos.
La estructura material es a base de mampostería y tapial, aunque también aparecen otros elementos como el ladrillo.
Son sencillas viviendas de grandes fachadas encaladas, con pocos huecos, sobre todo en la planta baja.
En la planta alta, son frecuentes los ventanales con rejas voladas sostenidas por repisas en forma de nácela, que se prolonga desmedidamente hacia abajo.
Otra leyenda, relaciona esta vivienda con un Conde de Mendoza, quien la utilizó como palacio.
Es una planta de tres naves, con cabecera triple y con capillas abiertas al lado izquierdo.
Las naves se separan entre sí con arcos de medio punto apuntados que apoyan sobre pilares.
Sobre ella se eleva la torre campanario, reformada en el primer tercio del siglo XVII.
Algunos de los asentamientos se remontan al Bronce Final y Orientalizante, otros van a ser ocupados por primera vez.
También en este caso, muchos de ellos se remontan al Bronce Final Orientalizante, mientras que otros son ocupados por primera vez.
En Castro del Río, la arquitectura militar está protagonizada por la ciudadela fortificada de lo más alto de la población, en lo que es la vieja Villa y el Castillo, presentando una forma irregular adaptándose a la configuración del terreno.
Fechada en el siglo XII, en época almohade, cuentan que cuarenta torres jalonaban la muralla.
Al exterior, la iglesia muestra dos portadas, la principal está realizada en ladrillo, con pilastras y molduras, en las que se ve el escudo del Carmelo.
También se conserva adosado a la iglesia, el patio interior porticado del antiguo convento, con arquerías de medio punto sobre columnas.
Es un edificio de una sola nave, dividida en tres tramos por sencillas pilastras y cubierta por medio cañón.
Solamente guiándonos por su arquitectura, teniendo en cuenta su portada y sus particularidades constructivas, podemos situarnos hacia la primera mitad del siglo XVIII, particularmente respecto al cuerpo principal, si bien el cuerpo secundario anexo pudiera ser posterior.
Esta descripción coincide casi totalmente con el estado actual del edificio, salvo algunos postizos, sobre todo de tabiquería.
Formando parte del actual Ayuntamiento, está el edificio llamado "Las Carnicerías" que incluye un bonito patio.
Las faenas agrícolas son narradas detalladamente con paneles explicativos y tiene también como atractivo una recreación con figuras realizadas a mano en madera de olivo.
Esta festividad se celebra por barrios, en los que los niños construyen con un palo y ruedas viejas una Candelaria, a la que ponen un muñeco de trapo en todo lo alto, le prenden fuego y juegan alrededor.
En este día se conmemora la victoria sobre los moros en una batalla que tuvo lugar cerca de la población.
En cuanto a los embutidos, son muy famosos sus chorizos y morcillas, teniendo más prestigio las realizadas en las típicas matanzas caseras.
Las albóndigas y el llamado albondigón son también dos platos típicos, así como los flamenquines, carnes a la brasa, etcétera.
Cervantes visitó en varias ocasiones la Villa, y debido a sus truculentas comisiones, en una ocasión fue a dar con su huesos en la cárcel, situada en los bajos del Ayuntamiento (hoy Punto de Información Histórica), y aquí, según el cervantista Jean Canavaggio, se gestaron las primeras páginas del Quijote.