En 1761 se estableció en Madrid, donde se convirtió en amigo y protegido de Gregorio Mayáns y Siscar, con el que mantuvo una asidua correspondencia en latín.
En Madrid fue Oficial de la Secretaría de Indias y de la Biblioteca Real de Madrid (1766), y corresponsal del jurisconsulto montañés Fernando José de Velasco y Ceballos, consejero y camarista de Castilla y, más tarde, abogado personal del Duque de Arcos.
Destacado paleógrafo, en 1775 ingresó en la Real Academia de la Historia.
Escribió Clarorum Hispanorum Opuscula selecta et rariora tum latina, tum hispana, magna ex parte nunc primum in lucem edita.
Siguiendo su ejemplo, intentó restaurar la tradición científica y literaria de España, para lo cual reimprimió importantísimos textos latinos y castellanos, ilustrándolos con estudios, notas, biografías, etcétera.