Este tratado se firmó después de la paz entre Francia y Prusia acordada en abril de ese mismo año.
El desastre militar y la lastimosa situación en la que quedó la Hacienda real —los gastos de la guerra habían provocado un grave déficit—,[1] junto con la aparición de sentimientos «catalanista» y «vasquista» en las "«provincias»" donde se estaba combatiendo, obligaron a Manuel Godoy a iniciar negociaciones de paz.
[2] En virtud del mismo, España logró la devolución de todo el territorio ocupado por los franceses al sur de los Pirineos pero tuvo que ceder a Francia, a cambio, su parte de La Española en el mar Caribe, aunque conservó la Luisiana, también reclamada por los franceses.
Esta parte del tratado no se pudo llevar a cabo, debido a la Revolución haitiana, manteniendo España esta posesión (actual República Dominicana), hasta la invasión desde Haití por Toussaint Louverture en enero de 1801.
[3] Según el historiador Enrique Giménez, «la modestia de las reivindicaciones francesas» se debió a que «la República pretendía la reconciliación con España y reeditar la alianza que había unido a las dos potencias vecinas durante el siglo XVIII frente al común enemigo británico».