Se entiende por corrupción la acción o inacción de una o varias personas que manipulan los medios públicos en beneficio propio o ajeno, tergiversando los fines del mismo en perjuicio del conjunto de la ciudadanía a la que debían servir y beneficiar.
[2] Desde 1995, Transparencia Internacional publica anualmente un índice sobre la percepción de la corrupción en todos los países del mundo.
[3] Para 2015, el índice de España se había deteriorado a 58 sobre 100.
La reina regente María Cristina de Borbón se hizo célebre por su participación en negocios turbios que favorecieron el rechazo entre el pueblo y los políticos.
A preguntas de Gil-Robles reconocía el Ministro que, cuando los republicanos llegaron al poder, había 58 coches oficiales en Madrid, y ahora serían 741, con una plantilla de 760 conductores.
Indalecio Prieto, Juan Negrín y varios de sus hijos[¿cuál?]
Según don Francisco Largo Caballero: "El señor Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso.
Durante la guerra, España sufrió un hundimiento de la producción agrícola e industrial, adquiriendo una gran importancia el mercado negro, llamado estraperlo en recuerdo de aquel famoso escándalo.
[10][11][12][13][14] En algunos casos por la propia participación directa de altos cargos, en otros, por la protección que los estraperlistas recibieron desde el poder.
Para los corruptos y su clientela supuso un rápido enriquecimiento, mientras que para la mayor parte de la población implicó privaciones de todo tipo: carestía, ignorancia, hambre, ruina y miseria.
[17] En este contexto, el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco distingue entre el “estraperlo de los pobres”, que tendría una pequeña escala y una motivación de supervivencia, del “gran estraperlo”, del que dice:[15] Este fenómeno de corrupción institucionalizada se extendió mucho más allá del fin de la guerra.
Se hizo abonar sustanciosas comisiones, que fueron cargadas sobre el precio final.