Brujería

Un uso más extenso del término se emplea para designar, en determinadas sociedades, a los magos o chamanes.

Aunque en castellano o idioma español se utiliza en ocasiones la palabra «brujo», en masculino, como sinónimo de mago, con independencia del tipo de magia que practique, el uso más frecuente del término en la actualidad y casi siempre en femenino hace referencia a las personas que practican la magia negra, pero no siempre fue así.

Esto se debe a que históricamente tanto en Europa como en África y Oriente, las artes adivinatorias, la magia y la hechicería fueron siempre practicadas por varones, excepto en la época en que la «brujería demoníaca» fue perseguida en Europa durante la Edad Media, momento en el cual las brujas fueron consideradas en su mayoría del sexo femenino.

Pero cuando los teólogos escolásticos condenaron estas prácticas al sostener que si los demonios proporcionaban servicios al mago era porque esperaban algo a cambio, fue cuando el mago-señor se transformó en bruja- servil, el sexo del malhechor cambió y los brujos se convirtieron en su gran mayoría en mujeres.

Debe tenerse en cuenta que en esta época el Languedoc y la Corona de Aragón eran áreas culturalmente muy relacionadas.

Así, mientras que la brujería utiliza hierbas, ungüentos y alucinógenos para producir sugestión en sus víctimas, la hechicería usa materiales empíricos.

La magia benéfica a menudo se realizaba públicamente, era considerada necesaria e incluso existían funcionarios estatales, como los augures romanos, encargados de esta actividad.

Se dedicaban preferentemente a la magia erótica, aunque también eran capaces de provocar daños tales como enfermedades o tempestades.

[10]​ Sin embargo, el Código Teodosiano promulga, por primera vez, una ley en contra del ejercicio de la magia, en 429.

[11]​ El dominico catalán Nicholas Eymeric incluye la brujería en su famoso manual para inquisidores Directorium inquisitorium de 1376.

En su informe al inquisidor general, Salazar concluyó: «No hubo brujos ni embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos».

Sin embargo, hubo otros intelectuales que buscaron una explicación racional al fenómeno de la brujería, como Ulrico Melitor, Johann Wier o el inglés Reginald Scot con su Discoverie of Witchcraft (1584).

El libro tuvo varias ediciones y fue muy apreciado por sus grabados en los que se mostraban las supuestas acciones de las brujas.

La supuesta capacidad de volar también se asienta sobre algunos informes remitidos por los inquisidores a Felipe II tras su misión en Galicia.

La palabra «aquelarre», en cambio, procede del euskera aker (‘macho cabrío’) y larre (‘campo’), en referencia al lugar en que se practicaban dichas reuniones.

La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo, siempre según lo considerado cierto en la época, la adoración colectiva del Diablo, quien se personaba en las reuniones en forma humana o animal (macho cabrío, gato negro, etc).

En estas reuniones, el Diablo imponía también supuestamente su marca a las brujas, y les proporcionaba drogas mágicas para realizar sus hechizos.

Destacan el flamenco Peter Binsfeld, que en 1591 publicó Tractatus de confessionibus maleficorum et sagarum; el castellano-flamenco Martín del Río, con su Disquisitionimum magicarum libri sex publicado en 1599 —según Julio Caro Baroja, «da una versión del sabbat, tomando elementos de aquí y allá, citando ora a Rémy, ora a Binsfield mismo, ora a los inquisidores antiguos franceses e italianos, etc.»; y el milanés Francesco Maria Guazzo con su Compendium maleficarum.

Contra lo que suele creerse, la mayor parte de los procesos por brujería los llevaron a cabo tribunales civiles, y la Inquisición tuvo un papel mucho menor.

Spee no negaba la intervención del demonio en la vida humana, pero denunciaba, como ya lo había hecho el inquisidor Salazar, los abusos que se producían en los procesos por brujería.

Ya desde el momento de su detención la persona acusada era tratada como culpable cuando era interrogada y cuando se le buscaban marcas o señales diabólicas en su cuerpo.

[46]​ Durante la época prehispánica, los antiguos habitantes tenían una concepción de la brujería distinta a la que se tiene actualmente.

[52]​ Las autoridades eclesiásticas castigaban a las personas que realizaban estos actos mediante una copiosa legislación canónica emanada de sucesivos concilios y sínodos.

“En este escenario, el proceso judicial estaba a cargo de jueces eclesiásticos y, en casos excepcionales, del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición que condenaba con penas que incluían la excomunión, los azotes, las multas pecuniarias, la cárcel y el destierro”.

Pero fue sobre todo Margaret Murray con su libro The Witch-Cult in Western-Europe (1921), la que desarrolló esta teoría centrándose en el culto a Diana y la fertilidad.

Tuvo también una gran influencia en Gerald Gardner, autor del que puede considerarse el texto fundacional de la Wicca, Witchcraft today (1954), cuyo prólogo fue escrito por Murray.

Así, según Michelet, la brujería fue la respuesta desesperada del pueblo que encontró en ella la única posibilidad de poner remedio a sus males físicos y morales.

A este planteamiento se sumó el sociólogo Emile Durkheim (1912) quien describió la brujería como la expresión de la conducta antisocial e individualista primitiva.

Sin embargo, se creía que entre sus poderes estaba el de poder modificar su aspecto a voluntad, mostrándose como una joven hermosa y deseable.

Varios dibujantes han representado a las brujas como mujeres jóvenes y dotadas de un enorme atractivo innato.

Circe ofreciendo un brebaje a Ulises , por J. W. Waterhouse .
Una de las primeras representaciones del sabbat . Miniatura del siglo XV d. C.
Detalle del Tríptico de las Tentaciones de san Antonio (hacia 1501) de El Bosco en el que aparece una imagen satírica de una pareja que se traslada por los aires al Sabbat montada en un pez volador. Él, delante, porta colgado de una pértiga el caldero de las cocciones mágicas; ella, detrás, con una falda de cola larga.
Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669.
Andrés Laguna , médico de cámara del emperador Carlos V, filósofo y humanista célebre.
El aquelarre. Ilustración del libro de Anton Praetorius .
Linda maestra (1799), de Francisco de Goya.
Grabado del Compendium maleficarum (1608) de Francesco Maria Guazzo que muestra la preparación del banquete del sabbat .
Escala de brujas, Oudewater, Países Bajos.
Friedrich Spee von Lagenfeld.
Brujas yendo al Sabbath (1878) por Luis Ricardo Falero .
Ilustración de The Lancashire witches , de William Harrison Ainsworth .