[1] Existen diversas razones por las que desde la antigüedad los ejércitos vencedores han saqueado y expoliado a las naciones vencidas.
Los intelectuales franceses justificaban este robo como una vuelta de las obras de arte al «país de la libertad», Francia:[4] El patrimonio artístico era considerado «utilidad pública», una aportación cultural que debe estar al servicio del Estado, por lo que las obras deben pasar a Francia, como estado dominante sobre Europa.
[6] Cuando las tropas de Napoleón llegaron a España llevaban una década saqueando Europa.
Sobre todo los generales activos en la península ibérica, entre ellos Darmagnac, Caulaincourt, Eblé, Faviers, Sebastiani y Desolles, recibían regalos en forma de cuadros.
[1] Subastas públicas, pero también anónimas y operaciones encubiertas, como la venta fraudulenta de la Venus del espejo por Quilliet a Wallis les servían para obtener cuadros.
Las órdenes religiosas a veces vendían sus bienes para evitar su robo.
En Zaragoza, las tropas francesas se llevaron la imagen de plata que el Colegio Médico solía sacar en procesión para la festividad de San Cosme y San Damián.
[19] Soult también aprovechó de las dificultades que estaban pasando muchas personas para conseguir arte a bajo precio.
Una vez llegados a su apartamento en rue de l’Université, su esposa, Louise Berg, clasificaba los bienes saqueados, restauraba lo que fuese necesario y colgaba los cuadros en sus paredes, donde pudieron ser admirados durante muchos años.
[19] A la muerte de Soult la colección, que había conseguido una fama considerable, fue subastada.
La batalla de Vitoria evitó que la comitiva llegase a Francia y José Bonaparte tuvo que huir a caballo y dejar todo su equipaje atrás.
Estos cuadros serían de los que se pudieron recuperar más tarde gracias a la acción del general Álava.
[9] Wellington pudo salvar el carro en el que Bonaparte había guardado los cuadros: unas 200 obras de Juan de Flandes, Brueghel, Van Dyck, Tiziano, Rubens, Teniers, Guido Reni, Ribera, Correggio, Murillo, Velázquez, todas sin marco y enrolladas para ocupar menos espacio.
Recibió la siguiente respuesta:[22] Así, Fernando VII dejaba los cuadros definitivamente en manos de Wellington, que los colgó en su casa, Apsley House, que se ha convertido en un museo perteneciente al English Heritage, donde se puede ver a día de hoy «the Spanish gift» [el regalo español].
[22] Tras su regreso a Madrid, Fernando VII trató de recuperar los bienes expoliados por las tropas francesas que se encontraban en Francia.
Aún deberían pasar algunos años para que fuesen incluidos en el Museo del Prado.
[22][26][27] La gesta del general Álava en el Louvre fue reconocida por la Diputación foral de Álava, que encargó un cuadro al pintor local Mikel Olazabal, Miguel Ricardo de Alava recuperando arte español en el Louvre (1815), para un simposio sobre el general que se realizó en el Museo del Prado en 2015.
Los cuadros de las colecciones de Soult, Sebastiani, Belliard y tantos otros no fueron recuperados e innumerables Velázquez, Murillo, Ribera, Tiziano, Van Dyck, Guido Reni, etc. se quedaron en Francia y más tarde, a través del comercio internacional, acabaron repartidos por los museos del mundo.
[27]: 402 El gobierno español trató de recuperar algunos cuadros, aunque fuera comprándolos, pero no fue posible hacerlo con muchos.
Ni siquiera el rey Luis Felipe consiguió que vendiese al estado francés su colección por un precio razonable.
[32] En el siglo XVIII, en Francia, prácticamente los únicos pintores españoles conocidos eran Murillo, Ribera y Velázquez.