Esta vez, sin embargo, prescinde del toque irónico que emplea con Baco, Marte o Vulcano.
Según el historiador de arte Dawson Carr, Haro «amaba la pintura casi tanto como amaba a las mujeres»,[7] e «incluso sus defensores lamentaban su excesivo gusto por las mujeres de clase baja durante su juventud».
Richardson dejó siete cortes en la pintura, causando daño en la zona entre los hombros de la figura.
[23][24][25] Sin embargo, todos fueron reparados con éxito por el restaurador jefe de la National Gallery, Helmut Ruhemann.
[27] The Times, en un artículo que contenía datos fácticos erróneos respecto a la procedencia de la pintura, describió «una cruel herida en el cuello», así como incisiones en los hombros y la espalda.
[34] Cuando la obra se inventarió por vez primera, fue descrita como «una mujer desnuda», probablemente debido a su naturaleza controvertida.
La figura femenina puede identificarse con Venus debido a la presencia de su hijo, Cupido.
Cupido, gordito e ingenuamente respetuoso, incluso vulgar, tiene en sus manos una cinta rosa de seda que está doblada sobre el espejo y se riza sobre su marco.
En general, se cree que sería una especie de atadura, un símbolo del amor vencido por la belleza.
La imagen borrosa es una contradicción barroca, puesto que Venus es la diosa de la belleza, pero esta no se distingue bien.
El aspecto borroso del rostro ha llevado a pensar que realmente es una mujer fea o vulgar, una aldeana en vez de una diosa, lo que algunos críticos entienden como alusión a la capacidad engañosa de la belleza.
Se pensó en la pintora italiana Lavinia Triunfi, que habría posado para Velázquez en Roma.
[48] Los rayos infrarrojos revelan que Venus estaba originalmente más incorporada con su cabeza vuelta hacia la izquierda.
La versión de Velázquez es, según el historiador del arte Andreas Prater, «un concepto visual muy independiente que tiene muchos precursores, pero ningún modelo directo; los eruditos lo han buscado en vano».
[50] Tanto Tiziano como Rubens habían pintado ya a Venus mirándose en un espejo, y puesto que ambos tuvieron lazos estrechos con la corte española, sus ejemplos habrían sido familiares para Velázquez.
No obstante Velázquez se opone claramente a las exuberantes carnes de las mujeres pintadas por Tiziano y Rubens, también ejecutadas en Italia.
[56] La Venus del espejo es uno de los primeros desnudos integrales de la pintura española, ejemplo único en la pintura española hasta ese momento[57] y el único que queda ejecutado por Velázquez.
[41] La colección real de los Austrias contenía desnudos mitológicos, realizados por Tiziano y otros artistas venecianos renacentistas.
La corte de Felipe IV «apreciaba [grandemente] la pintura en general, y los desnudos en particular, pero ... al mismo tiempo, ejercía una presión sin parangón sobre los artistas para evitar la representación del cuerpo humano desnudo.»[58] La actitud española contemporánea hacia la pintura de desnudos era única en Europa.
Aunque semejantes obras eran apreciadas por algunos aficionados e intelectuales dentro de España, eran en general tratadas con sospecha.
Las mujeres de entonces lucían escotes bajos, pero según la historiadora del arte Zahira Veliz, «los códigos del decoro pictórico no permitirían fácilmente a una dama conocida ser representada de esta manera».
[67] En el norte de Europa se veía aceptable representar desnudos artísticamente cubiertos.
Más que falta de desnudos en el arte español, lo que no hay son desnudos femeninos, porque masculinos sí los hay,[39] y ello era así, a juicio de Calvo Serraller, porque mientras el desnudo masculino expresaba mejor una visión ideal, el femenino se asociaba más a la carnalidad.
[69] Según Zahira Veliz en el arte español del siglo XVII, incluso en la representación de sibilas, ninfas y diosas, la forma femenina estaba siempre castamente cubierta.
[62] Pero pintores españoles, como Juan Bautista Maíno, Alonso Cano o José Antolínez, encontraron en las figuras de Eva y de algunas santas y mártires, como la Magdalena, cauce para mostrar su aptitud en el tema.
No parece que haya sido copiada por otros artistas, grabadores o reproducida de algún modo distinto, hasta esta época.
Desde 1906 fue claramente visible en la National Gallery y se convirtió en muy conocida internacionalmente a través de reproducciones.
[75] Manet, en su crudo retrato femenino Olympia, parafraseó la Venus del espejo en su pose y al sugerir la persona de una mujer real más que una diosa etérea.
Olympia chocó al mundo artístico parisino cuando se expuso por vez primera en 1865.
[76] Olympia mira directamente hacia afuera, al espectador, como hace la Venus de Velázquez, sólo que a través del reflejo en el espejo.