Sin embargo, la obra no se expuso hasta 1865, en el Salón de París, en donde causó un gran escándalo, ya que aunque el público y la crítica aceptaban los desnudos en obras mitológicas, no era así cuando se trataba de un desnudo realista.
La modelo con su postura recuerda a obras de Tiziano (hacia 1485-1576), Diego Velázquez, Goya y Jean-Auguste-Dominique Ingres.
[2] En 1867, cuatro años después de pintar el cuadro, Manet lo reprodujo con variantes en un pequeño grabado al aguafuerte.
En lugar del perro arrollado que se encuentra en la Venus de Urbino, a los pies de Olympia encontramos un despierto gato negro que simboliza a menudo la ambigüedad y la inquietud, estando implicado en relaciones o situaciones promiscuas o veladamente eróticas.
Este felino negro impresionó tanto al público que durante años Manet sería recordado aún como «el pintor de los gatos».