Giorgio da Castelfranco, llamado Giorgione (Castelfranco Véneto, h. 1477/1478-Venecia, 1510[1]), fue un pintor italiano del Alto Renacimiento, representante destacado de la escuela veneciana, cuya carrera quedó interrumpida por su temprana muerte, con poco más de 30 años.
Giorgione es conocido por la poética calidad de su trabajo, aunque solo seis cuadros se le atribuyen con certeza.
Paolo Pino, por primera vez, le llama Giorgione en sus Diálogos de la pintura, nombre con el que hoy es mundialmente conocido.
Su talento fue pronto reconocido, según los documentos de la época, como demostraría el hecho de que en 1500, cuando sólo tenía veintitrés años (según la cronología que da Vasari), fue elegido para pintar los retratos del dux Agostino Barbarigo y del condotiero Consalvo Ferrante.
En el siglo XVIII, el grabador Antonio María Zanetti realizó sus propias copias, gracias a las cuales conocemos la disposición y la temática; quedan además pequeños restos que representan a una Mujer desnuda, conservados en la Galería de la Academia de Venecia.
En el siglo XVII, las inexactitudes transmitidas por su biógrafos y las falsificaciones (al menos 50) realizadas por Pietro della Vecchia, fomentaron su mitificación, hasta el extremo de que a principios del siglo XIX se llegase a dudar de su existencia.
A partir de ahí, se realizaron estudios científicos serios sobre el autor.
Asimismo se celebraron exposiciones antológicas que reunieron en Venecia gran parte de su obra en 1955 y en 1978.
Innovando con el coraje y la felicidad de un genio, tuvo por un tiempo una abrumadora influencia en sus contemporáneos e inmediatos sucesores en la escuela veneciana, incluyendo a Tiziano, Sebastiano del Piombo, Palma el Viejo, il Cariani, Giulio Campagnola (y su hermano), e incluso en su ya destacado maestro, Giovanni Bellini.
Aunque murió a los 33 años, Giorgione dejó un legado imperecedero desarrollado por Tiziano y los artistas del siglo XVII.
Sin duda alguna fue el primer italiano que pintó paisajes con figuras como cuadros móviles en sus propios marcos sin propósitos devocionales, alegóricos, o históricos — y el primero cuyos colores poseían esa ardiente y brillante intensidad que pronto caracterizaría la obra de toda la escuela veneciana.
Giorgione representó para la escuela veneciana un avance similar al de Leonardo da Vinci en la Toscana veinte años antes, superando la rigidez arcaica y dotando a la pintura de mayor libertad en colores y temática.
En esta obra el paisaje del fondo adquiere gran importancia, innovación rápidamente imitada por su maestro Giovanni Bellini y otros.
La tempestad: (c. 1508) Ha sido llamado el primer paisaje de la Historia del Arte occidental.
Al fondo se ve una ciudad y en el cielo la tormenta que su título indica.
La multitud de símbolos que tiene el lienzo ofrece muchas interpretaciones pero ninguna lo suficientemente satisfactoria.
Los tres filósofos (1509) es un cuadro igualmente enigmático y su atribución a Giorgione es aún discutida.
Sus personajes han sido interpretados como los Reyes Magos o como símbolos ante la cueva de Platón.
La pincelada parece que se oriente casi exclusivamente a la creación de efectos cromáticos.
Fue reconocida por vez primera por Giovanni Morelli, y es ahora universalmente aceptado, que es el mismo cuadro que vio Marcantonio Michiel y más tarde Ridolfi (su biógrafo del siglo XVII) en la Casa Marcello de Venecia.
La tempestad es por lo tanto la única del grupo a la que universalmente se acepta como enteramente de Giorgione.
La Laura de Viena es la única obra firmada y datada por Giorgione (en el fondo).
El Concierto campestre es una de un pequeño número de pinturas, que incluyen también la Virgen con niño, san Antonio y san Roque en el Prado,[19] que tiene un estilo muy cercano y, según Charles Hope, ha sido "más y más frecuentemente atribuido a Tiziano, no porque haya ningún parecido marcado a sus obras más tempranas, cuya autoría no se discute - que seguramente se habrían señalado antes - sino porque parece un candidato más plausible que Giorgione.
Irónicamente, la Natividad de Allendale causó la ruptura en los años treinta entre Lord Duveen, quien lo vendió a Samuel Kress como un Giorgione, y su experto Bernard Berenson, quien insistió era un Tiziano temprano.
A pesar de ser muy alabados por escritores contemporáneos, y conservando un buen nombre en Italia, Giorgione era menos conocido en el mundo, y muchas de las pinturas que se le atribuían se asignaron a otras.
La Judith del Hermitage, por ejemplo, fue atribuida durante mucho tiempo a Rafael y la Venus de Dresde un Tiziano.
[24] Recientes exposiciones en Viena y Venecia en 2004 y Washington en 2006, han dado a los historiadores del arte nuevas oportunidades de ver las obras discutidas una junto a la otra (véase los enlaces externos más abajo).