En 1802 regresó a Madrid, pasando por Florencia, donde ingresó en la academia.
Había trabajado, además, en la Casa del Labrador y el propio rey, satisfecho con el trabajo allí hecho, le encargó «renovar y conservar en el Real Palacio de Aranjuez todas las obras del difunto D. Antonio Rafael Mengs, y por haber caído en manos poco inteligentes las habían deteriorado, y puestas a su primer estado por el suplicante».
[5] Con la ocupación francesa y la formación del Gobierno de José I Bonaparte alcanzó sus más altas responsabilidades.
[8] A finales de año eran ya ciento cincuenta los cuadros del Escorial restaurados, forrados y colocados en sus bastidores, con otros treinta procedentes de Andalucía.
[13] Recuperó su plaza en el Buen Retiro, pero no fue incorporado como restaurador al Museo Real hasta diciembre de 1820 y a las órdenes de Vicente López.