Muchos de sus cuadros se exponen en los museos más importantes del mundo.
Tal como relata su biógrafo Giorgio Vasari, Sebastiano nació en Venecia en 1485, hijo de Luciano Luciani.
Giorgio Vasari atribuyó esta obra a Giorgione, pero en la segunda edición de la Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1568) admitió la equivocación y restituyó su paternidad a Sebastiano.
Los críticos posteriores, sin embargo, no siempre han estado de acuerdo, y algunos señalan que, por lo menos, el diseño del cuadro es de Giorgione; otros aseguran que la composición es totalmente extraña a Giorgione, nunca interesado en ligar las figuras en composiciones armónicas, en «masas articuladas, cerradas en su complejidad pero individualizadas en un movimiento potencial»[4] como aquí se muestra en la relación contrastada entre los dos santos de la derecha, Juan el Bautista y Liberal.
La última noticia de la actividad artística veneciana de Sebastiano está documentada por Marcantonio Michiel, que en 1525 anota haber visto en casa del patricio Taddeo Contarini una tela titulada Los tres filósofos, comenzada por Giorgione, pero terminada («finita») por Sebastiano.
[7] En la primavera de 1511 su fama se había extendido tanto que el poderoso banquero Agostino Chigi le invitó a ir a Roma: El primer encargo que recibió Sebastiano fue en agosto de 1511.
Según Vasari, fue pintada por Sebastiano sobre un dibujo de Miguel Ángel, del que se conserva algún esbozo preparatorio.
El embajador español en Roma, Jerónimo Vich y Valterra, le encargó un tríptico en 1516, hoy dividido.
En 1517 pintó La Virgen con el niño, santos y un donante (hoy en la Galería Nacional de Londres).
La composición se desarrolla en dos flujos de figuras dispuestas en diagonal y se abre sobre un paisaje que, si bien alude a una Roma de fantasía, también recuerda (con mayor aspereza) a los paisajes giorgionescos.
Algunas figuras monumentales recuerdan a Buonarroti, mientras que la alternancia de colores fríos y cálidos y el sentido atmosférico, que da severidad a la escena, son esencialmente de Sebastiano.
En diciembre de 1520, Sebastiano tuvo un hijo al que llamó Luciano y del cual Miguel Ángel fue el padrino.
Este es uno de los primeros ejemplos, ya que hasta entonces se estilaban más los retratos alegóricos (al propio Doria Bronzino le representó desnudo, caracterizado como Neptuno).
Yo soy el más bello frailazo de Roma, cosa que jamás habría imaginado».
La figura está representada con la mayor esencialidad (falta, por ejemplo, la corona de espinas), como intentando representar el dolor por sí mismo, universal: Cristo, todo uno con la cruz, emerge violentamente de un espacio vacío y amplificado, extendiendo los dedos nerviosos delante del espectador.
Fue enterrado en la Basílica de Santa María del Popolo, en cuyas cercanías había vivido sus últimos años.
Su influencia fue muy grande sobre la pintura manierista romana y florentina (en Florencia será Bronzino quien mejor asimile el estilo de Del Piombo, especialmente en sus retratos).
[19] Fue alabado por Ariosto («Bastiano [...] honra a [...] Venecia»), por Michiel,[20] por Aretino («Sebastiano, pintor maravilloso»), por Biondo[21] y, finalmente, por Vasari, quien consideraba a Del Piombo a la altura de Rafael y Tiziano y, tras la muerte del primero, el mejor pintor de Roma (por supuesto, por detrás de Miguel Ángel, que según su criterio era un artista incomparable con ningún otro e inalcanzable).
En el siglo XVII no se escribió nada significativo sobre Del Piombo.
[25] Zeri y Argan, por fin, individualizan en Del Piombo al personaje que, sirviendo de puente entre Rafael y Miguel Ángel, orienta el arte hacia los ideales religiosos de la Contrarreforma.
[26] En 2008 se organizó por primera vez una exposición monográfica sobre Del Piombo que sirvió para reivindicar su importancia en la Historia del Arte, reunir buena parte de su obra (se expusieron 80, entre pinturas y dibujos) y actualizar los estudios científicos.
Entre las obras expuestas, se criticó la presencia de un supuesto Retrato de Miguel Ángel que se atribuía a Sebastiano del Piombo y que, según el historiador Charles Hope, es una falsificación pintada en el siglo XX.
Hope también aseguró que la escultura de Cristo resucitado presente en la muestra (atribuida a Miguel Ángel y sus colaboradores) no presenta rasgos atribuibles a Miguel Ángel.