Plena Edad Media de la península ibérica

La Plena Edad Media de la península ibérica abarca los siglos XI al XIII.Durante este periodo de la Plena Edad Media las relaciones entre las dos formaciones sociales en que se dividía la península ibérica desde hacía tres siglos, la cristiana y la musulmana, experimentaron un vuelco radical, pues si hasta entonces los Estados cristianos del norte se habían limitado a sobrevivir ante la superior potencia económica, política y militar de Al-Ándalus ―con unas fronteras prácticamente estabilizadas desde el siglo IX― a partir del 1031, fecha en que desaparece el Califato de Córdoba, inician una ofensiva que en 250 años va a reducir Al-Ándalus al pequeño reino nazarí de Granada.[3]​[2]​ Conforme se fue produciendo la desintegración del Califato de Córdoba, se fueron formando varios estados islámicos independientes que tenían como centro a las principales ciudades de Al-Ándalus (Zaragoza, Sevilla, Granada, Valencia, Badajoz, Toledo, Murcia, Denia, Almería, Málaga, Córdoba), y que las crónicas llamarán «reinos de taifas» ('banderías', 'facciones').Sin embargo, su división les hará más débiles militarmente frente a los reinos cristianos del norte, a los que tendrán que pagar parias para evitar ser atacados.En 1086 cruzaron el estrecho y derrotaron a Alfonso VI, aunque no pudieron recuperar Toledo.Fue así como volvieron a reconstruirse los reinos de taifas, aunque todo ello fue aprovechado por los reinos cristianos del norte para dar un nuevo impulso a su expansión: Tortosa, Lérida, Lisboa,... son ocupadas por ellos.Diez años después Fernando III de Castilla y León entraba en Sevilla.El primero presupone equivocadamente la continuidad entre esos estados y la Monarquía visigoda anterior a la conquista musulmana de la península ibérica, con lo que Al-Ándalus habría sido simplemente un paréntesis histórico en la evolución peninsular.Hubo, pues, ciertas continuidades, pero también cambios dramáticos, y estos últimos no hicieron más que incrementarse con el paso del tiempo hasta llegar a hacer irreconocible la antigua sociedad andalusí».[36]​ (Por otro lado, la expansión castellana durante este período no se limitó a Al-Ándalus sino que también se dirigió hacia el pequeño reino de Navarra, al que arrebató La Rioja, Guipúzcoa, Álava y la parte oriental de Vizcaya).[37]​[38]​ En la ocupación del valle del Guadiana se volvió a recurrir al sistema concejil, pero los reyes entregaron amplios territorios a las Órdenes Militares, especialmente en La Mancha, una región muy poco poblada.[43]​[44]​[45]​[46]​ Los monarcas castellano-leoneses se encontraron con un obstáculo muy serio para proceder a la «cristianización» lo más rápida y profunda posible del territorio: que el poblamiento musulmán en la Andalucía Bética era muy denso.Asimismo se potenciaron los concejos, organizados sobre la base de las ciudades musulmanas (Baeza, Úbeda, Andújar, Jaén, Córdoba, Écija, Carmona, Sevilla, Jerez, Arcos, Cádiz, etc.).[47]​[48]​[49]​[50]​ En cuanto a Murcia, inicialmente Fernando III y Alfonso X respetaron el pacto de vasallaje firmado en 1243, por lo que el sistema del repartimiento sólo se aplicó allí después de la revuelta de los musulmanes de 1264-1266 ―que para sofocarla tuvo que acudir el rey aragonés Jaime I en ayuda del rey castellano Alfonso X, que estaba ocupado en acabar con el foco andaluz― y que supuso, como en Andalucía, su expulsión del territorio.Por todo ello la vieja frontera de la Catalunya Vella se mantuvo prácticamente sin alteraciones.Así en el último cuarto del siglo XI y principios del siglo XII van ocupando de manera gradual y sistemática los diferentes puntos de apoyo que les aseguren el control del Valle ―Graus (1083), Monzón (1089), Huesca (1096), Barbastro (1100), Egea (1105), Tamarite (1107)― hasta culminarlo con la conquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I el Batallador.Después irán cayendo en la otra orilla del Ebro Tarazona (1119), Calatayud (1120), Daroca (1120), Cutanda (1120), Alcañiz (1124) y Molina (1128).En la ocupación de los dos nuevos reinos, Valencia y Mallorca, se recurrirá al sistema del repartiment.Así se constituía la Curia, que asesoraba al rey en el gobierno del reino y era el más alto tribunal de justicia.En los diversos territorios de realengo ―es decir, los que estaban baja la jurisdicción directa de la Corona― el rey nombraba el merino ―así llamado en Castilla y en Navarra― o el Batlle o veguer ―en la Corona de Aragón― que era quien administraba las posesiones del rey (el "Real Patrimonio"), recaudaba las rentas e impuestos, reclutaba tropas e impartía justicia.Sin embargo, desde mediados del siglo XIII las monarquía feudales iniciaron un proceso de fortalecimiento del poder de la Corona frente a los señores y frente a la ciudades en el que desempeñará un papel clave la unificación legislativa inspirada en el derecho romano ya que éste daba mayores prerrogativas a la autoridad pública.[92]​ La cultura peninsular en la Plena Edad Media siguió marcada por la religión cristiana, dado que la Iglesia mantuvo su preponderancia espiritual e ideológica.En el siglo XIII, aparecen las órdenes mendicantes, como dominicos ―fundados por el castellano Domingo de Guzmán— y franciscanos, que fundan conventos en las ciudades.[93]​ Durante este período se produce una mayor relación con la cultura del resto de la Europa cristiana gracias al Camino de Santiago o camino francés, por el que no sólo circulan peregrinos que van a visitar el sepulcro del Apóstol en Galicia, sino también ideas y creencias innovadoras.Se trata de edificios construidos en tierras cristianas con una enorme influencia musulmana en las formas y técnicas.
Miniatura de las Cantigas de Santa María que representa una batalla entre cristianos y musulmanes (siglo XIII ).
Reinos de taifas hacia 1080.
La península ibérica en 1150.
Fernando III de Castilla y León en una miniatura de un códice conservado en la catedral de Santiago de Compostela .
Mapa que muestra el reparto de Al-Ándalus entre las Coronas de Castilla y de Aragón establecido en el tratado de Cazola firmado por Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón (1179).
La península ibérica hacia 1400. Los reinos de la Corona de Castilla eran casi únicamente referencias históricas pues estaban sometidos a una misma ley y a unas mismas instituciones (a excepción del señorío de Vizcaya ) y todos sus habitantes compartían una misma naturaleza . En cambio los tres reinos y el principado que formaban la Corona de Aragón tenían sus leyes e instituciones propias y sus habitantes eran naturales de sus estados respectivos por lo que eran «extranjeros» entre sí.
Reunión de las Cortes catalanas presididas por el rey de Aragón y conde de Barcelona Jaime I .