En algunos valles españoles del Pirineo, el término quiñón excede las connotaciones agrarias para hacer referencia a una figura histórica y singular de la demarcación geográfica local, especialmente extendida entre los siglos XVI y XVIII.
Los quiñones eran cada uno de los territorios mancomunados y administrativamente delimitados en los que se dividía un valle o comarca.
Cada quiñón agrupaba a distintos municipios, siempre limítrofes entre sí, concurriendo todos ellos como una sola vocalía a las juntas de gobierno del valle en cuestión.
Los tres quiñones compartían leyes y privilegios, administrados siempre por las periódicas Juntas Generales del Valle.
[2] El quiñón aún se conserva en Filipinas para medir la superficie de terrenos.