Cataluña Vieja (en catalán Catalunya Vella) es el nombre que se le asigna a los territorios bajo soberanía de los monarcas del Imperio Carolingio.
Su frontera con la denominada Cataluña Nueva es aproximadamente una línea formada por el río Llobregat y uno de sus afluentes, el Cardener, para seguir por la cuenca superior del Segre hasta las montañas del Montsec.
A finales del siglo XIII el jurista y canónigo Pere Albert redactó las denominadas Commemoracions de Pere Albert, un tratado sobre derecho consuetudinario que recogió por escrito los usatges (usos y costumbres) vigentes en su época en Cataluña.
Los territorios meridionales de Cataluña, la Cathalunya Nova, según Albert ya recibía esa denominación desde los tiempos de Ramón Berenguer IV (siglo XII), y sus campesinos se vieron beneficiados por la necesidad de atraer población a esas tierras recién reconquistadas, con lo que su situación personal era de mayor libertad.
Los territorios pirenaicos no aparecen listados en la Cathalunya Veyla ni pueden equipararse a la Cathalunya Nova, pero el uso historiográfico los suele equiparar a la Cataluña Vieja, por razones históricas e incluso lingüísticas y climatológicas.