El río Ebro está situado sobre la falla entre la península ibérica y el continente europeo coincidiendo con el lecho de un antiguo mar, posteriormente convertido en lago, que intermitentemente separaba la isla ibérica, y la península ibérica unida a África, de Europa.
En la primera parte de su curso y en la cabecera de sus afluentes, la vegetación asociada son pastos, hayedos y robledales, plantas que necesitan mucha humedad.
El espacio configurado por las comunidades autónomas de la cuenca hidrográfica del Ebro posee muchas características comunes relacionadas, además de unos rasgos económicos peculiares que avalan su análisis conjunto.
La depresión ibérica es la región natural configurada por todos aquellos territorios cuyas aguas desagüan en el Ebro.
La cuenca hidrográfica del Ebro, que incluye geográficamente algunos territorios pertenecientes a Francia y Andorra, ha sido tradicionalmente enlace y motor económico en la historia de España.
Por su ubicación entre Francia, los puertos cantábricos y los mediterráneos, articula un destacado eje económico de España.
Algunos rasgos característicos comunes a las tres regiones centrales del valle (Aragón, Navarra y La Rioja) son la baja densidad de población, su alta concentración en pocos núcleos, el poco peso relativo en la economía nacional y un nivel de bienestar superior a la media nacional.
[1] El proyecto naufragó definitivamente en febrero de 2012 cuando los promotores no hicieron efectivo el precio para la compra de los terrenos en los que iban a construirse las instalaciones.
El cierzo, viento seco del noroeste, sopla en rachas violentas.
La Asociación CLUSTER FOOD+i Valle del Ebro es una entidad privada creada en 2009, que agrupa a más de 100 empresas, centros de conocimiento y otras entidades relacionadas con la innovación.
El riego artificial libera del obstáculo impuesto por la aridez y favorece el aprovechamiento integral del amplio período vegetativo de que dispone la depresión del Ebro, permitiendo la obtención de dos cosechas anuales y la diversificación de los cultivos.
Además de esta explotación para regadío, también se destinan tierras para el cereal de secano (trigo y cebada sobre todo), vid, almendro y olivo que no necesitan ser regados y dependen exclusivamente del régimen pluvial.
En tiempos prehistóricos lo atravesaron las emigraciones, africanas primero y asiáticas después, que llegaban a Europa.
Es muy difícil si no imposible distinguir los pueblos celtas o gaélicos entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa occidental y central.
Pueden ser considerados como un grupo étnico, ya que incorporan entidades menores (arévacos, tittos, bellos y lusones, resultando polémica la inclusión de vacceos, pelendones y berones), sin que ello signifique la existencia de un poder centralizado y ni siquiera de una unidad política, salvo quizás, y de forma coyuntural, con ocasión de los acontecimientos militares del siglo II a. C. Los pueblos iberos, así bautizados por los griegos, por el nombre del río que ocupaban: Iber, (Ebro), Habitaban el resto del valle, y la costa oriental de la península ibérica, al menos desde el siglo VI a. C.: elisices, sordones, ceretanos, airenosinos, andosinos, bergistanos, ausetanos, indigetes, castelani, lacetanos, layetanos, cossetanos, ilergetas, iacetanos, suessetanos, sedetanos, ilercavones, edetanos... asociados a veces a griegos y fenicios.
En 1834 se produjo una epidemia de cólera morbo asiático que afectó especialmente a las poblaciones situadas en el valle del Ebro (véase: Pandemias de cólera en España).
En 1837 Espartero fortificó Logroño e inició la conquista de Viana, Rioja Alavesa y Treviño para llegar a Navarra y Vascongadas donde firmó el Abrazo de Vergara.
Sirviendo de ejemplo a debates abiertos como el del trasvase Tajo-segura entre Castilla-La Mancha y la Región de Murcia, ante la posibilidad que carece la comunidad cedente de agua, Castilla-La Mancha, mucho mayor territorialmente y más seca por ser interior a la que tiene la Región de Murcia por ser más húmeda por su relieve y la cercanía al mar y contar la posibilidad de construir desaladoras que son financiadas en parte con fondos europeos.
Por una parte, la oposición a cualquier tipo de iniciativa que propiciara o hiciera posible el trasvase de aguas de la cuenca del Ebro, exigir al Gobierno Central que hiciera realidad la ejecución de las infraestructuras contempladas en el Pacto del Agua, y un tercer aspecto, la recuperación del consenso entre los distintos agentes y territorios afectados por la política territorial.