Sustrato vasco en lenguas romances

El español es una lengua romance del grupo ibérico que nació en un área influida por el vasco.

[2]​ Las Glosas Emilianenses, uno de los primeros textos escritos en romance castellano, contiene varias frases en vasco.

Desde que se produjo el primer contacto con el latín, en torno al siglo II a. C., el euskera y las lenguas romances se han influido mutuamente, de diferentes maneras, aunque especialmente en forma de préstamo léxico.

Por otra parte, María Teresa Echenique considera que desde los primeros siglos de la era actual, siempre hubo hablantes bilingües vasco-romances en la zona de habla vasca, lo que habría facilitado la influencia mutua.

Históricamente las variedades de navarro-aragonés son las hablas romances que tuvieron un mayor contacto con el euskera.

Estas variedades presentan igualmente varios de los cambios fonéticos del castellano que han sido atribuidos a una posible influencia vasca.

Sin embargo, se ha argumentado también que esta evolución habría sido causada precisamente porque los hablantes hablaban distinguiendo sólo cinco vocales (Alarcos).

Pero sí se detecta el betacismo en el aragonés, en el asturiano, en el gallego y en dialectos del catalán.

[3]​ En todo caso, es evidente que es un fenómeno cuyo epicentro está en la zona vasca y, de hecho, se detecta en asturiano oriental, montañés y en gascón (en el que la f ha caído en todas las posiciones).

En el mismo sentido, ya Menéndez Pidal señaló que el fenómeno se detecta desde el s. IX precisamente en la zona castellana limítrofe con la lengua vasca (la Rioja, norte de Burgos, Cantabria) y que luego esta pronunciación se fue extendiendo e imponiendo sobre los demás dialectos castellanos.

Este fenómeno podría estar relacionado con el del catalán y el asturleonés, donde incluso se detecta un reforzamiento paralelo de /l/ (lat.

llobu), pero es difícil explicarlo como influencia vasca cuando el euskera precisamente evita estos inicios añadiendo una vocal protética.

[cita requerida] Igual que en euskera, el fonema /s/ del español no seseante suele ser apicoalveolar, articulado con la punta de la lengua hacia los alveolos y una posición lingual cóncava.

En época medieval, el euskera tuvo una fuerte influencia en la lengua castellana, que fue perdiendo a partir del siglo XV.

Pueblos de la meseta, especialmente en la provincia de Ávila, como Mingorría, Niharra, los múltiples Narros y Naharros, todos los Blasco y Muño: Muñogalindo, Muñana, Mengamuñoz, Muñogrande, Muñotello, Muñomer, Blasconuño.

[cita requerida] El mismo fenómeno se encuentra en algunos otros lugares, más aislados, de Castilla-La Mancha, Castilla y León o Madrid.

La más exitosa aportación del vascuence a la antroponimia mundial es el nombre de Javier.

"La península en 1030". La primera constancia escrita tanto del romance del centro de la península como del vascuence está en las Glosas Emilianenses . El mapa muestra el desaparecido Reino de Pamplona entre los años 1029 y 1035.