La dedicación académica de Baldinger a la romanística se centró primeramente en el dominio del galorromance.
Como su propio nombre indica, los dos primeros diccionarios son onomasiológicos, es decir, están organizados por conceptos, mientras que el diccionario de francés antiguo está clasificado por familias etimológicas.
[1] También prestó atención a la vertiente americana del español, con artículos o monografías sobre temas como el vocabulario de Pedro Cieza de León en la tercera parte de la Crónica del Perú, o los distintos vocablos para designar "cabeza" o "tonto" en América Latina.
En esta obra da los primeros pasos para elaborar un modelo teórico de signo lingüístico que prevea su pluralidad semántica sin que esto comprometa su unidad, sentando así las bases para la sustitución del tradicional modelo triangular del signo por el modelo en forma de trapecio que desarrollaría su discípulo Klaus Heger.
[4] Obtuvo varios doctorados honoris causa, especialmente por universidades españolas y de América Latina.