Historiografía

[6]​ Para la mayor parte de los historiadores contemporáneos, en cambio, es irrenunciable[7]​ la condición científica de la historia, o al menos la aspiración a tal condición («ciencia en construcción»[8]​), e incluso está muy extendida la visión que no percibe ambos rasgos (ciencia y arte) como estrictamente incompatibles sino como complementarios.

[16]​ Son los testimonios de primera mano, es decir, las leyes, los tratados, las memorias, etc. Una fuente secundaria se ha elaborado con posterioridad al periodo estudiado.

[17]​ También se utiliza el vocablo historiografía para hablar del conjunto de historiadores de una nación, por ejemplo, en frases semejantes a esta: «La historiografía española abrió sus brazos y sus archivos desde los años 1930 a los hispanistas franceses y anglosajones, que renovaron su metodología».

[19]​ Con eso último vemos otra insalvable característica de la historia que la peculiariza como ciencia: ningún historiador, por muy objetivo que pretenda ser, es ajeno a sus propios intereses, ideología o mentalidad ni puede sustraerse a su punto de vista particular.

También son de consideración las diferentes concepciones del tiempo histórico, que según Fernand Braudel van desde la larga duración al acontecimiento puntual, pasando por la coyuntura.

Algunas de estas denominaciones encierran no una simple parcelación, sino visiones metodológicas opuestas o divergentes, que se han multiplicado en el último medio siglo.

Interpretar la historiografía como parte del ambiente intelectual de la época en que surge es siempre necesario.

Tanto en ese caso como en el del África subsahariana, las fuentes orales han sido tradicionalmente prioritarias.

[31]​ No obstante, el desarrollo y variedad que ha alcanzado la historiografía en la Civilización Occidental es de un nivel distinto a todas ellas.

Una generación después, con Tucídides, esta preocupación se transforma en espíritu crítico, fundado sobre la confrontación de diversas fuentes orales y escritas.

Su Historia de la guerra del Peloponeso puede ser vista como la primera verdadera obra historiográfica.

Es el primero en buscar causas intrínsecas al desarrollo de la historia más que evocar principios externos.

Publio Cornelio Tácito (55-120 d. C.), el gran historiador del Imperio bajo los Flavios, es sobre todo un investigador de las causas.

La historiografía medieval se escribe principalmente por hagiógrafos, cronistas, miembros del clero episcopal cercanos al poder, o por monjes.

Giorgio Vasari con sus Vidas de artistas nos ofrece a la vez una fuente y un método historiográfico para la historia del Arte.

Para Asturias, León y Castilla se encadenan sucesivamente en un conjunto muy completo, que comienza realmente con dos crónicas redactadas en territorio andalusí: En el siglo XV d. C. la recopilación cronística se multiplicó: En los otros reinos cristianos peninsulares, la literatura cronística es algo más tardía.

[39]​ Ya fuera del periodo de presencia musulmana en al-Ándalus completa la historiografía islámica clásica Al-Maqqari, con su Nafh al-Tib (siglos XVI-XVII), que reúne muchas fuentes anteriores.

En 1821 se crea la Ecole nationale des Chartes, primera gran institución para la enseñanza de la historia.

La institucionalización de la disciplina da lugar a vastos corpus que reúnen y transcriben sistemáticamente las fuentes.

El historicismo es dominante entre los seguidores de Ranke en Alemania, con un acusado componente idealista: las ideas son las raíces del proceso histórico al encarnarse en hombres o instituciones.

A principios del siglo XX d. C., la historia había adquirido una dimensión científica incontestable, un papel destacado en la educación y una estructura institucional sólida.

A las Academias, los departamentos universitarios y las revistas especializadas, se fueron añadiendo las asociaciones profesionales, como la American Historical Association, fundada en 1884.

Por otro lado, la perturbación causada en la historiografía por los desarrollos políticos, técnicos, económicos o sociales que conoce el mundo, sin olvidar los conflictos mundiales.

Nuevas ciencias auxiliares aparecen o se desarrollan considerablemente: arqueología, demografía, sociología y antropología, bajo la influencia del estructuralismo.

Una prueba de toque sería detectar si el revisionista es un outsider del mundo académico, que se dedica al uso político de la historia, cosa que por otra parte es vicio común: la historia siempre se ha usado como arma en la transformación social, y los medios académicos no han sido nunca una excepción.

Con alguna aproximación a este método, Carlo M. Cipolla hace sobre todo una historia económica de gran envergadura, así como reflexiones metodológicas interesantes (la parodia Allegro ma non troppo).

A la mitad del siglo XX d. C. podía contemplarse repartido por todo el mundo un nutrido grupo de individualidades: Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz, Julio Caro Baroja, José Antonio Maravall, Jaume Vicens Vives (a quien se debe entre otras aportaciones, la creación del Índice Histórico Español en 1952), Antonio Domínguez Ortiz, Luis García de Valdeavellano, Ramón Carande y Thovar...

Ver Gonzalo Anes, Julio Aróstegui, Miguel Artola, Ángel Bahamonde, Bartolomé Clavero, Manuel Espadas Burgos, Manuel Fernández Álvarez, Emiliano Fernández de Pinedo, Josep Fontana, Jordi Nadal, Gabriel Tortella, Javier Tusell, Julio Valdeón Baruque...

Las fotografías retocadas fueron una especialidad no solo de Stalin contra Trotski, sino del mismo Francisco Franco con Hitler.

[58]​ El propio Winston Churchill tenía claro, incluso desde la democracia, que «La historia será amable conmigo, porque tengo la intención de escribirla».

Alegoría de la escritura de la historia de Jacob de Wit (1754). Una verdad casi desnuda mantiene un ojo en el escritor de la historia. Atenea (sabiduría) a la izquierda da consejos.
Enterramiento de la cultura nazca
El punto de vista eurocéntrico: ¿nos perturba un mapa «boca abajo»?
Las Vidas de artistas de Vasari
James Frazer , autor de La rama dorada (1890-1922), un clásico de la antropología que cambió la manera de ver la historia
Clío , la musa de la historia, por Pierre Mignard (1689)
Estoria de España de Alfonso X, XIII
Trabajo inca. Ilustración de la Nueva Corónica y Buen Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala , 1616
El padre Flórez, iniciador de La España Sagrada
Michelet, el historiador de la Revolución francesa
Menéndez y Pelayo, con su visión tradicionalista de la aportación española a la cultura, es el más destacado ejemplo de la historiografía erudita en España.
Marc Bloch.
Tumba de Fernand Braudel.
Peter Burke
Logo oficial del bicentenario
Archivo de la Guerra Civil en Salamanca